LIBRO MARCA un punto de inflexión fundamental en la obra narrativa de José Luís Peixoto (Galveias, Ponte de Sor, 1974), el escritor de la nueva literatura portuguesa más divulgado fuera de sus fronteras, junto con GonçaloM. Tavares. Sus novelas han venido siendo publicadas en España, desde que Hiru presentase Nadie nos mira (2001) y la Editora Regional de Extremadura el relato Te me moriste (2004), gracias al trabajo de El Aleph, en cuyo sello Peixoto ha visto publicados todos sus restantes títulos: Una casa en la oscuridad (2008), Cementerio de pianos (2009) y este sorprendente Libro. Por todo ello, el escritor no es un desconocido para los lectores atentos a la literatura portuguesa, como tampoco lo es para los de la veintena de países donde sus obras son traducidas con regularidad.
Si el registro narrativo habitual de José Luís Peixoto venía marcado por un arraigado lirismo que convertía sus historias en profundas parábolas, en Libro parece haber dado un paso adelante hacia unamayor concisión y sobriedad estilística, con una novela que, no obstante, está condicionada de forma determinante por su estructura interna. Porque Libro cuenta con dos partes bien diferenciadas: una primera, la más extensa, donde se narra una historia bajo una perspectiva realista, y que toma como centro la emigración de la población rural portuguesa a Francia en los años sesenta del siglo XX. Esta primera parte es una estupenda novela en sí misma, desarrollada con talento y escrita con elegancia, un relato construido con técnica cinematográfica si queremos, con numerosos saltos temporales y una estructura profundamente fragmentada. La segunda parte, sin embargo, cambia el registro, y se convierte en una especie de proceso de deconstrucción de la primera, desvelándonos de forma abierta, a menudo entre la novela y el ensayo, el retrato del narrador (llamado como la propia novela, Libro) que escribe la primera parte del volumen. Son páginas sorprendentes en la trayectoria narrativa de su autor, no exentas de rigor pero que se sitúan al borde del derroche intelectual de eso que llamaríamos posmodernidad (criticada también con ironía por el propio narrador), con algunos excesos probablemente prescindibles, pero que no empañan el ambicioso proyecto de este Libro, llamado a convertirse en la novela sobre la emigración escrita por la nueva generación de escritores portugueses, aquellos que no vivieron la Revolución de los Claveles ni las guerras coloniales, pero que partieron de niños o vieron partir muy cerca de ellos a sus seres queridos hacia Francia.
Si el registro narrativo habitual de José Luís Peixoto venía marcado por un arraigado lirismo que convertía sus historias en profundas parábolas, en Libro parece haber dado un paso adelante hacia unamayor concisión y sobriedad estilística, con una novela que, no obstante, está condicionada de forma determinante por su estructura interna. Porque Libro cuenta con dos partes bien diferenciadas: una primera, la más extensa, donde se narra una historia bajo una perspectiva realista, y que toma como centro la emigración de la población rural portuguesa a Francia en los años sesenta del siglo XX. Esta primera parte es una estupenda novela en sí misma, desarrollada con talento y escrita con elegancia, un relato construido con técnica cinematográfica si queremos, con numerosos saltos temporales y una estructura profundamente fragmentada. La segunda parte, sin embargo, cambia el registro, y se convierte en una especie de proceso de deconstrucción de la primera, desvelándonos de forma abierta, a menudo entre la novela y el ensayo, el retrato del narrador (llamado como la propia novela, Libro) que escribe la primera parte del volumen. Son páginas sorprendentes en la trayectoria narrativa de su autor, no exentas de rigor pero que se sitúan al borde del derroche intelectual de eso que llamaríamos posmodernidad (criticada también con ironía por el propio narrador), con algunos excesos probablemente prescindibles, pero que no empañan el ambicioso proyecto de este Libro, llamado a convertirse en la novela sobre la emigración escrita por la nueva generación de escritores portugueses, aquellos que no vivieron la Revolución de los Claveles ni las guerras coloniales, pero que partieron de niños o vieron partir muy cerca de ellos a sus seres queridos hacia Francia.
Con estos ingredientes, Peixoto articula un interesante discurso sobre la identidad y la orfandad, y elabora en paralelo un maravilloso retrato psicológico del mundo rural portugués que protagoniza, realmente, la historia. Como si metiésemos en una coctelera ingredientes de Lobo Antunes, Saramago y algo de Vergílio Ferreira y Urbano Tavares Rodrigues, Peixoto parece mirarse en el espejo de su propia generación, construyendo un puzle narrativo que a nadie dejará indiferente, y que constituye, sin duda, un antes y un después en su propia trayectoria literaria.
El País
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