Ir al contenido principal

El autor en busca de la novela imposible

La obra de Vargas Llosa, con EL PAÍS - El primer ejemplar, 'La fiesta del Chivo', el próximo domingo, por 2,95 euros, y cada viernes, a 7,95, el resto de la colección.
En 1966 Mario Vargas Llosa tenía 30 años y ya una celebridad literaria; era autor de La ciudad y los perros y recibía a periodistas que se preguntaban por la raíz de la fuerza de la vocación de este laborioso autor peruano que parecía un alumno permanente de la universidad de Oxford, donde nunca había estado.

Entre los que fueron a ver al autor que había irrumpido con fuerza en lo que luego sería llamado boom de la literatura latinoamericana estuvo Luis Harss, un profesor y escritor argentino, comisionado por una editorial norteamericana para que descubriera en la parte sur de América el porvenir de la literatura en nuestra lengua. Harss escribió con aquellas conversaciones un libro memorable (e inencontrable) que se titula Los nuestros; se publicó en 1966 y acababa con el más joven de todos aquellos nombres propios (Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez..., que eran también autores jóvenes), el peruano Mario Vargas Llosa.

Al término de la entrevista Vargas Llosa le dice a Harss que él está buscando "la novela imposible, la novela total". Sería, le dijo, y recoge Harss, "una novela a la vez fantástica y psicológica, realista y mítica; abarcaría todas las manifestaciones concebibles de la realidad". "Grandes novelas", le dijo aquel joven Vargas Llosa al perspicaz profesor, "son las que, hasta cierto punto, se acercan a esa novela de las novelas imposibles".

Hubo otro momento decisivo en el camino de esa ambición. Fue cuando no tenía 20 años, gana un premio literario y logra como recompensa un viaje a París, desde la Lima donde se formó. Escribió en El pez en el agua, un vademecum de sus actitudes humanas, políticas, familiares y literarias, que después de despedirse de los parientes que habían ido a decirle adiós, sintió que estaba seguro de que volvería a verlos, "y de que entonces ya sería, por fin, un escritor".

Y hubo un tercer tiempo en que esa vocación (la de ser escritor en busca de la novela total) se consolida para siempre; después de su frustrado intento de ser presidente de Perú, en junio de 1990, se sube con Patricia, su prima, su mujer, la madre de sus hijos, de nuevo a un avión que va con destino a París: "Cuando el aparato emprendió vuelo y las infalibles nubes de Lima borraron de nuestra vista la ciudad y nos quedamos rodeados sólo de cielo azul, pensé que esta partida se parecía a la de 1958, que había marcado de manera tan nítida el fin de una etapa de mi vida y el inicio de otra, en la que la literatura pasó a ocupar el lugar central".

Y en ese lugar central, aún la misma vocación, llegar a la novela total, seguir intentándolo. Cuando ganó el Nobel dijo que, como no tenía talento, debía trabajar muchísimo. No ha dejado de hacerlo. Esa novela total es toda su obra; se manifiesta con casi todos los efectos que le cita a Harss (a la vez fantástica y psicológica, realista y mítica...) en La fiesta del Chivo, que es el gozne principal de la segunda parte de la vida novelística del Nobel, cuando aborda la increíble (y terrible) huella del dictador Trujillo en República Dominicana, pero ya está presente en La ciudad y los perros, que le abrió al mundo, o en Conversación en La Catedral, quizá su libro favorito.

La fiesta del Chivo, con la que EL PAÍS inicia esta colección de quiosco, es en gran medida el resultado de esa ambición totalizadora que tiene su literatura. Los que no la hayan leído tienen ahora el privilegio que tuvieron tantos cuando fue publicada por primera vez en el año 2000. El deslumbrante relato de una evidencia aterradora que él supo contar como si aún no se supiera qué tipo de dictador había sido el sangriento Trujillo, cuya fiesta sangrienta es el material literario de una de esas grandes novelas totales a las que sigue aspirando Mario Vargas Llosa 55 años después de su primer aterrizaje en París.

La colección

- La fiesta del Chivo (2000).

- Pantaleón y las visitadoras (1973).

- Conversación en

La Catedral (1969).

- El paraíso en la otra esquina (2003).

- La Casa Verde (1996).

- Historia de Mayta (1984).

- Los jefes / Los cachorros (1959 / 1967).

- El hablador (1987).

- El lenguaje de la pasión (2001).

- Desafíos a la libertad (1994).

- La señorita de Tacna / Kathie y el hipopótamo (1981 / 1983).

- El pez en el agua (memorias, 1993).

- La ciudad y los perros (1963).

- La tía Julia y el escribidor (1977).

- Travesuras de la niña mala (2006).

- Los cuadernos de don Rigoberto (1997).

- La guerra del fin del mundo (1981).

- ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986).

- Diario de Irak (2003).

- La verdad de las mentiras (1990).

- La chunga / El loco de los balcones / Ojos bonitos, cuadros feos (1986 / 1993 / 1996).

- Sables y utopías. Visiones de América Latina (2009).

- La orgía perpetua: Flaubert y madame Bovary (1975).

- Cartas a un joven novelista (2011).

www.elpais.com/promociones/mario-vargas-llosa

El País

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Las muchas lenguas de Kundera

La primera novela de  Milan Kundera ,  La broma,  es la historia de cómo una ironía leída por quien no debería –escribir en una postal “El optimismo es el opio del pueblo”– arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La última,  La fiesta de la insignificancia  –que su editorial en España, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre– relata en uno de sus capítulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se ría a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, cuya existencia podría ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor. Los chistes son un ángulo magnífico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: “Qué hay más frío que el agua fría en Rumania? El agua caliente”...