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A propósito de LA GULA. Conversación II: Satanás y El Escritor

El Señor de los infiernos invita al Escritor a comer

Satanás. ¡Cómo va costarte impugnar la gula! Ni tú te crees que comer y beber sin ninguna limitación sea realmente un pecado y perjudique al ser humano.

El Escritor. El placer de la comida y la bebida tiene como limite el cuidado del propio cuerpo, y no te habla alguien que no aprecie las virtudes de la mesa y de las copas. Aunque amenos embriagarnos, es prudente e higiénico que cad uno determine el tipo de embriaguez que resulta más adecuado a su carácter y más compatible con el resto de los objetivos de la vida.

Satanás. ¿Y por qué prefieres, en lugar de un plato sencillo y sin mayores sofisticaciones, las ofrendas que pueden hacer los grandes cocineros?

El Escritor. Es que aquí no se trata del desorden que produce el exceso-que de eso hablamos cuando nos referimos a la gula-, sino del placer generado por algunas personas que son verdaderos artistas de la gastronomía.
Pero yo quiero aclararte, mi querido amigo, que cuando siento que mi estómago llama a ser satisfecho me vienen a la memoria los momentos de mi niñez cuando mi abuelo Antonio me pasaba a buscar por el colegio para llevarme a la casa y parábamos en una panadería para comprar alguna hogaza de pan crujiente, que comíamos ambos con gran deleite.

Satanás. ¡Claro, y ahora el señor escritor quiere hacerme creer que prefiere un trozo de pan a un banquete!

El Escritor. Es curioso que tú hables de banquete cuando sabes a la perfección el antiguo nombre que recibían los banquetes: «conviviú», es decir, «convivencia», estar con los demás, vivir junto a otros. Sobre todo cuando tú eres en esencia, y a partir de tu nombre mismo, todo lo contrario al espíritu del banquete: «Lucifer», «Saitán», como tú quieras. Tu nombre mismo significa «antagonista», el que crea antagonismo, el que trae discordia, el que está en medio.

Satanás. ¡Vamos, vamos! Deja el diccionario de lado y explícame, porque aún no lo has hecho, ¿qué tiene de malo caer en la gula, que tan felices ha hecho a los hombres?

El Escritor. Lo que tiene de malo comer da más y exageradamente, ademas de los problemas relacionados con el colesterol y la estética, es que siempre existen la posibilidad de que también te comas lo de los demás.

Satanás. ¡Por supuesto! ¡ Tú te conformarías con una manzanita!

El Escritor. No diga eso, pero sí que este tema de la comida también está en juego la libertad del hombre para elegir cómo quiere vivir su vida. Porque si el individuo encuentra placer en comer una manzanita que le ha dado un amigo y en tomar un poco de agua, esta satisfaciendo de manera adecuada su necesidad....

Satanás. Entonces, con la excusa de la libertad, los anoréxicos y los bulímicos encontraron el Paraíso....

El Escritor. Estás enredando la situación. Aquí no hablamos de libertad, aquí hablamos de una enfermedad espiritual, hablamos de un problema exclusivamente humano que nada tiene que ver con el libre albedrio, sino con la imposibilidad de elegir. Porque si estás enfermo, no puedes elegir con libertad, estas condicionado por la enfermedad.

Satanás. Bueno, bueno, ya hemos hablado bastante.... Te invito a comer al restaurante de un amigo. Eso sí, te prometo que sin excesos....

Los siete pecados capitales
Fernando Savater


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