Sin embargo, en el error azul la investigación histórica se ramifica hasta los pequeños detalles donde casi nadie entra: el mundo de la filatelia y su importancia para el blanqueo y evasión de capitales en una época en la que cualquier riqueza, cualquiera, era férreamente fiscalizada por el Estado.
Y como siempre, todo lo que es extremadamente peculiar y raro, escapa de las autoridades, que no legislan expresamente para ello, pero también puede ser objeto, y lo es, de atención para los delincuentes más refinados. Huir de la justicia es a veces tambiuén huir de la lógica, y eso tiene sus riesgos, sobre todo para el que tiene más poder que inteligencia, algo bastante común, por lo que todos sabemos.
No contaré más de la trama, o al menos de esa parte de la trama. EL ERROR AZUL es una novela escrita desde la óptica del viejo costumbrismo español, con ese estilo tan peculiar, tan refinado y tan difícil que manejaban autores como Pérez Galdós o Leopoldo Alas “Clarín”. EL ERROR AZUL,cuando se comienza a leer, parece una novela decimonónica, pero no por el uso de arcaísmos, sino por el papel del narrador, perfectamente situado en un punto a medio camino entre la objetividad exterior y el personaje que habla. Lo mejor, sin duda alguna, de esta curiosa novela, es ese estilo, esa forma narrativa trabajada línea a línea en un esfuerzo que ya no se ve y que posiblemente sorprenda a quien noi haya leído con atención la obra de este autor. Quien ya conozca otras obras de Javier Lorenzo lo encontrará normal, proque siempre logra lo que es más difícil: hacer que lo difícil parezca obvio, justamente al revés que tantos y tantos autores de postín, que hace que lo obvio parezca difícil, o que enfangan sus aguas para que de puro turbias parezcan profundas.
En EL ERROR AZUL todo se confunde porque tosdo es personal, y son precisamente esas rencillas personales las que a veces forman los bandos y fraguan los destinos, donde no se salvan tanto los afines, como los amigos, donde no se odia tanto a los contreariuos como a los competidores.
En conclusión, una obra muy nuestra, muy española, en la que lo personal pasa a público y lo público a personal, con la trágica facilidad de un país que no distingue entre el amor, la guerra y la muerte.
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