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El ahijado del Amazonas

Javier Reverte, que enfermó en el río sudamericano de malaria, ha recorrido el mundo detrás de las huellas de la literatura.

Allí la brújula marca la inspiración al Norte, la luz al Oriente, el trabajo al Sur y el relax al Occidente. Esa es su situación en el despacho de Javier Reverte (1944), en su casa madrileña, donde están las huellas de sus viajes desde hace cuatro décadas. Una celebración y constatación del origen y de la vida circular sobre la que gravita su espíritu nómada: leer, seguir los pasos de ese viaje leído y escribir sobre lo vivido. "El impulso de mis viajes es siempre la curiosidad literaria", afirma este periodista, novelista y poeta que popularizó los libros de viajes en España en los noventa con títulos como El sueño de África. Dos décadas después, la escala más reciente se titula En mares salvajes: un viaje al Ártico. Una aventura que surgió de su deseo de seguir el rastro de Frankenstein, de Mary Shelley, y de otros personajes cuyo testimonio ha dejado ahora en esta obra. Como antes hizo con otras en Corazón de Ulises, El río de la luz, un viaje por Alaska y Canadá o El río de la desolación, su experiencia por el Amazonas en 2003 que casi le cuesta la vida al adquirir la malaria. Pero ni eso disminuyó su curiosidad por territorios desconocidos. Su escritorio está a un lado de la ventana, de tal modo que cuando escribe en el ordenador la luz le llega por su izquierda mientras a su derecha la mesa está invadida de libros, hojas con apuntes, carpetas

... Así es que cuando Reverte escribe mira al Sur, en cuya pared tiene colgado un cuadro comprado en Tanzania en 1993 que narra una historia de horror y masacre. Junto a este, la estantería con toda clase de diccionarios, libros sobre el tema de turno y volúmenes de arquitectura, plantas y curiosidades. El Sur hace esquina con la puerta donde empieza el lado occidental del despacho que tiene una estantería mediana y una bicicleta estática que sirve de mojón con el lado Norte: la gran librería ordenada como un mapamundi: España, América, Europa, Asia, África y todo sobre periodismo. Y entre esos libros, recuerdos de aquellos lugares, asomados o colgados de sus baldas. Por ahí andan varios felinos y un pequeño Herman Melville de trapo con su Moby Dick en la mano. Aunque lo que más destaca son ojos que observan desde todas partes: retratos de escritores a quienes adeuda sus viajes: de Walt Whitman a Fitzgerald pasando por Hemingway, y ellos en compañía de fotos personales.

Son los cuatro puntos cardinales de la vida de Javier Reverte donde se citan las tres cosas que más se parecen: leer, viajar y amar, "porque en cada una te adentras en lo que no conoces, son una aventura que te llevan por un viaje del que aprendes algo, y si un viaje no te cambia no vale la pena".

WINSTON MANRIQUE SABOGAL
El País

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