Se trató de un improvisado y cálido prólogo del solemne homenaje
nacional que se le ha rendido a Fuentes este mediodía en el Palacio de
Bellas Artes. Cubierto de una bandera mexicana, el féretro de madera
caoba que contenía los restos del escritor recibió el tributo de una
comunidad intelectual todavía contrariada por la noticia del deceso del autor de La muerte de Artemio Cruz, ocurrida el martes.
Silvia Lemus, compañera de Fuentes, presidió el homenaje donde se
volcó el cariño de la comunidad intelectual mexicana, congregada en el
vestíbulo del recinto para evocar al escritor “que hizo más grande el
tiempo mexicano”, como definió al abrir la ceremonia Consuelo Sáizar,
presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México,
quien agregó: “difícilmente podríamos entendernos sin Carlos Fuentes”.
Sáizar, máxima funcionaria de la cultura de este país, agregó que el
escritor nacido en 1928 “nos enseñó a deletrear a la nación”, y al
reconocer que “seguimos estremecidos” por el deceso, expresó “no venimos
a decir que Fuentes se ha ido, sino que nos hemos quedado sin él”.
El presidente Felipe Calderón —“con profunda admiración y gratitud”—,
dijo al cerrar el tributo que Fuentes llenó “a México y a nuestras
letras de orgullo”. El gobernante sentenció: “Ni sus pensamientos, ni
sus libros, ni su crítica morirán jamás. Vivirá en sus obras, en sus
palabras. Carlos Fuentes ha muerto para ser amado mas”, resaltó luego de
enumerar libros y premios del homenajeado.
“Fuentes encarnó la idea de llevar México al mundo y traer mundo a
México”, dijo su amigo Federico Reyes Heroles al tomar la palabra. Por
su parte, Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno de la capital mexicana, y
también orador en el homenaje, señaló que Fuentes fue un “militante de
México, un apasionado sobre su futuro. Sus últimas reflexiones eran
sobre el nuevo milenio, sobre cómo hacer un México más justo, le
indignaba la escandalosa desigualdad”, mencionó el gobernante de la
ciudad capital. “Tu pasión y militancia seguirá entre nosotros. Carlos
se queda con nosotros y siempre estará en el alma mexicana”, agregó
Ebrard.
En el homenaje estuvieron dos centenares de artistas, académicos,
intelectuales y políticos. Además de la viuda de Fuentes, y la hija de
su primer matrimonio, Cecilia Fuentes Macedo, también estuvo presente su
hermana Bertha Fuentes. Calderón asistió acompañado por su esposa
Margarita Zavala y por José Ángel Córdova Villalobos, secretario
[ministro] de Educación Pública.
Ebrard, que recela presentarse en recintos en los que esté el
presidente Calderón, a quien durante años le negó el saludo, estuvo
acompañado por su esposa, la diplomática hondureña Rosalinda Bueso. Los
dos matrimonios acompañaron a Silvia Lemus en la primera guardia de
honor. Además del presidente y el jefe de Gobierno, las autoridades del
país también estuvieron representadas por el actual líder del Senado
José González Morfín (PAN).
De los amigos de escritor se encontraban presentes el pintor José
Luis Cuevas, el político y diplomático Porfirio Muñoz Ledo, el
empresario y filántropo Manuel Arango, y los escritores Enrique
Florescano, Rafael Pérez Gay, Víctor Flores Olea, Héctor Aguilar Camín,
Ángeles Mastretta, Felipe Garrido, Laura Esquivel, Eduardo Matos
Moctezuma, el rector de la UNAM José Narro Robles, el presidente y la
directora de la feria internacional del Libro de Guadalajara Raúl
Padilla López y Nubia Macías, entre muchos otros.
Durante el homenaje, el chelista Carlos Prieto interpretó una pieza
de Bach, que llenó de solemnidad un recinto en donde destacaban las
coronas de flores, una de ellas enviada por la presidenta argentina
Cristina Fernández de Kirchner.
Luego de la ceremonia protocolaria, que duró menos de una hora, se
permitió el ingreso a Bellas Artes de cientos de personas que esperaban
al rayo del sol su turno para desfilar ante el féretro del escritor
“mundialmente reconocido”, como dijo doña Rosario Espíndola, una lectora
que siguió a Fuentes desde que en su juventud leyera La región más transparente (1958).
En el ambiente del homenaje, que seguro Fuentes hubiera encontrado un
tanto serio, quizá porque nadie se ha repuesto de la sorpresiva muerte
del escritor, flotaron las palabras del propio autor de En esto creo
(2002), libro del cual el presidente Calderón leyó un pasaje: “Creemos
que la muerte de hoy dará presencia a la vida de ayer. Con Pascal
repetimos: “Nunca digas ‘lo he perdido’. Mejor di: ‘lo he devuelto’”.
Piensa que es cierto. Hay quienes mueren para ser amados más”.
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