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Cuando a un libro sí se le juzga por la cubierta

El arte de la literatura no solo lo componen las palabras. A veces, es el propio libro, su soporte físico, el que es el protagonista del acto creativo. Y otras, es la conjunción de ambos lo que da lugar a piezas únicas, como es el caso de la exposición que se inaugura este lunes en el espacio madrileño Ivorypress, que mostrará durante una semana los trabajos de cerca de una cuarentena de encuadernadores, la mitad suecos y la mitad españoles, sobre dos novelas del Nobel Mario Vargas Llosa: La fiesta del chivo y El Sueño del Celta. Los ejemplares, 15 de ellos autografiados, saldrán a la venta a precios de media entre 500 y 1.000 euros, según señala Valerie Maasburg, coordinadora de la librería de la galería.
El proyecto, que se lleva a cabo desde 2005, es una iniciativa de los encuadernadores suecos, capitaneados por Per-Anders Hubner, comisario de la exposición. “Unos cuantos compañeros pensamos que podíamos hacer algo alrededor del premio Nobel [que otorga la Academia sueca], y empezamos a encuadernar libros de los laureados el año que ganó el dramaturgo británico Harold Pinter”. Hace tres ediciones, cuando el galardón recayó en el escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, decidieron compartir la empresa con colegas procedentes del país del recién homenajeado.
“Hicimos lo mismo el año siguiente con compañeros alemanes, cuando la ganadora fue Herta Müller, y este pasado año llamamos a encuadernadores españoles para realizar con nosotros el trabajo sobre la obra de Vargas Llosa”. Aunque el último Nobel de las letras hispanas es en realidad de origen peruano, el grupo, cuenta Hubner, decidió expandir el marco de acción no solo al país de origen del Nobel, sino también a su lengua de trabajo, al no existir una gran base de encuadernadores profesionales en el país sudamericano. Y para la próxima ocasión, al haber recaído el honor en un poeta y escritor sueco, Tomas Tranströmer, la convocatoria se ha abierto a artistas de la encuadernación de todo el mundo.
Los ejemplares que se podrán ver en Ivorypress ya han pasado, además, por las vitrinas del Museo Nobel en Estocolmo. “Cuando recibe el premio, el ganador firma 15 libros”, cuenta Ana Ruiz Larrea, la responsable de la colección de encuadernaciones españolas, realizadas por 19 profesionales. “Y en esa ceremonia ve las encuadernaciones realizadas sobre la obra del galardonado el año anterior”. En el caso de Vargas Llosa, a pesar de haber visitado la exposición de cubiertas artísticas de libros de Müller, probablemente no podrá disfrutar de las realizadas sobre su propia obra. “Hemos intentado invitarle, pero no ha sido posible contar con su presencia”.
La encuadernación de arte, “una disciplina que requiere de una formación importante para poder aprender las múltiples técnicas”, es una carrera de poca presencia en España, según señala Ruiz Larrea. “A nivel europeo, el país con mayor actividad es Francia”. Todos los seleccionados, no obstante, se dedican a ello de manera profesional, y sus trabajos han pasado además el control de un jurado, que descalificó varias propuestas por cuestiones técnicas. Una de las expositoras, Inmaculada Gazapo, explica que invirtió alrededor de cuatro meses en realizar su trabajo. “Utilicé el caucho porque se menciona en la novela, y también acero, porque me recordaba a la cárcel de la que se habla en el libro”. Como ella, cada uno de los artistas ha creado su propia visión de las obras de Vargas Llosa, los suecos sobre La fiesta del chivo (Bockfesten en la lengua nórdica) y El sueño del celta los españoles. “Es la primera vez que hacemos una exposición de estas características”, concluye la coordinadora de la librería de Ivorypress. “Pero realmente es algo que encaja muy bien con nuestro proyecto: ser un punto de conexión entre el arte y los libros”.

El País

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