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Cartas desde el infierno

“Ninguna libertad puede estar construida sobre una tiranía. Ninguna justicia sobre una injusticia o dolor. Ningún bien universal sobre un sufrimiento injusto. Ningún amor sobre una obligación. Ningún humanismo sobre una crueldad, sea cual sea el ser viviente que la padezca. La diferencia entre la razón ética y la creencia fundamentalista es que la primera es la luz, la liberación; la segunda la tiniebla, la trampa infernal”.
Cartas desde el infierno, es el testimonio desgarrador, si podríamos decir, de Ramón Sampredro. Testimonio donde ejemplariza su lastimera posición física y mental tras caer el 23 de agosto de 1968 en el agua y enfrentar con el impacto una roca, produciéndose así la fractura de la séptima vértebra cervical. Durante 30 años guerreo con el anhelo de querer ver su libertad de decisión y terminar la gran tortura psicológica a la cual estaba expuesto él y los suyos, aunque muchos de los suyos en principio se opusieron a esta decisión. La tetraplejia lo llevo por diferentes tribunales buscando el derecho anhelado que tanto soñaba. Su demanda jurídica en cuestión trascendió hasta el alto Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pero con la desilusión de no ser acatada su demanda.
En realidad, sin divorciarnos de la crítica del libro. Mas que abordar una enredadera dantesca, es el comportamiento intelectual, filosófico y poético que a lo largo de su posición logro cruzar con otras personas que con o sin dicha condición física logro entablar. Fueron 20 años de lecturas, conversaciones y escritos. De algún modo, habría que seguir olfateando en el contenido del libro y su estructura, pues paginas tras páginas nos llevaría lejos en contestaciones, a través de cartas, a médicos, profesores, personas y a curas, muchas de estas cartas se oponían al enfrascado enunciado que Sampedro había fijado.  
“Si se utiliza el lenguaje con precisión, sería menos engañoso afirma que un tetrapléjico es un muerto crónico. No me gusta ser el papel de muerto crónico en esta comedia del vivir para sobrevivir en función de la picaresca del lenguaje técnico. Considero que un tetrapléjico es un muerto crónico que tiene su resistencia en el infierno. Yo me he dedicado a escribir estas cartas desde el infierno”.
Algo característico en la estructura del libro, es la composición de poemas del tetrapléjico. Cabe resaltar que en algunas ediciones encontraremos las cartas originales escrita por él con su letras hecha con la boca y en gallego. Ahora bien, moviéndonos a la perspectiva crítica una vez más, es un libro que mueve a muchos lectores a abandonar algunas páginas, porque se vuelve algo monótono, y en medio del paso decisivo que tenemos, de ir anclando en cuestiones más llevadera con lo que buscamos en el mismo, es fácil desembarcar en capítulos posteriores.
“Pues ruégalo a Dios, que si lo haces de verdad te sanará. Pero, si Dios ya sabe que lo deseo de verdad, ¿Por qué tengo que pedírselo?”
El libro fue publicado por primera vez por la editorial Planeta en 1996, pero tras el suicidio en Boiro de Ramón Sampedro el 12 de enero de 1998 por envenenamiento de cianuro potásico ayudado por su amiga Ramona Manerio, la cual fue juzgada y por falta de prueba fue absuelta, y donde siete años después de haber prescrito el delito, admitió para la televisión haber facilitado el veneno con el cual le causo la muerte, fue reeditado en formato de bolsillo por Booket. El derecho de publicación genero grandes pleitos judiciales entre la editora Planeta y la familia de Ramón Sampedro, alcanzando la victoria familia de este sin llegar a ningún acuerdo económico.
“Lo primero que expresaron mis padres cuando le dije que deseaba la muerte que ellos preferían asi perderme para siempre. No hay forma de escapar, la gente no quiere tocar el tema”
Tras la muerte de Ramón Sampedro, muchos crearon un aire de auto-culpabilidad, como retrotrayendo a Fuenteovejuna, donde todo un pueblo de manera colectiva se culpaba para evitar el castigo de un ente individual.
Os dejo en sus manos

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