Pero entonces aparece un
segundo personaje, un joven admirador, aspirante a científico y
astrónomo amateur, que oye aquella extraña teoría, lee aquellas páginas
que Copérnico ha escrito casi avergonzado de su idea, y decide que
aquello debe ver la luz. Rético, ese joven, cambia completamente el
curso de los acontecimientos; y un gran descubrimiento se convierte en
una revolución, aún hoy una de las más asombrosas del intelecto humano.
PRIMERAS PÁGINAS
AL LECTOR, SOBRE... ESTA OBRA
Desde
1973, cuando el quinto centenario de su nacimiento trajo a mi atención
su excepcional historia, he querido escenificar el improbable encuentro
entre Nicolás Copérnico y el inesperado visitante que lo convenció para
que publicase su extravagante idea.
Hacia 1510, cerca ya de los cuarenta años, Copérnico concibió una nueva visión del cosmos con el Sol, en lugar de la Tierra, en el centro. Luego ocultó su teoría durante treinta años, temeroso de las burlas de sus pares matemáticos. Pero cuando su inesperado visitante, de nombre Rético, efectuó el peligroso viaje de varios centenares de kilómetros hasta el norte de Polonia en 1539, ansioso de aprender el nuevo orden planetario en su misma fuente, el anciano Copérnico aceptó romper su silencio. El joven se quedó dos años, pese a las leyes que impedían su estancia, en tanto que luterano, en la diócesis católica de Copérnico durante esta conflictiva fase de la Reforma protestante. Rético ayudó a su mentor a preparar para la publicación el manuscrito tanto tiempo abandonado y más tarde lo llevó personalmente a Núremberg, al mejor impresor de textos científicos de Europa.
Boomerang
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