El paso del tiempo no parece que haya apagado su voz. Al contrario, cada son más nuestros contemporáneos. El filósofo francés Pierre Bouretz
ha convocada a una decena de ellos para desentrañar el misterio de su
actualidad. Son filósofos judíos, todos alemanes menos uno, Levinas,
lituano de origen y francés de adopción, nacidos en la segunda mitad del
siglo diecinueve, es decir, en un momento en que se produce la
emancipación de los judíos en Alemania. El judío ya puede ser ciudadano
pero a condición de que abandone sus raíces. Tiene que transformarse en
un asimilado.
Pero llega un momento en el que el mundo al que tienen
que asimilarse, el de la modernidad, hace aguas. Hegel, Nietzsche y
luego Heidegger lo han convertido en un solar. El judío, con su
experiencia de exilios y persecuciones, no puede instalarse en lo que
hay, como pide Hegel; ni puede aceptar que el bien y el mal sea cosa de
gustos, como predica Nietzsche; ni puede seguir a un Heidegger que
despide el humanismo en nombre de oscuras llamadas del ser.
Estos filósofos tienen nostalgia de las grandes cuestiones
metafísicas que quieren rescatar pero no repitiendo el idealismo alemán
sino reflotando su propia tradición. Colocan al mesianismo en el centro
de sus reflexiones filosóficas. No son un grupo homogéneo. Tienen en
común tan sólo pensar su tiempo desde la tradición judía. Su tiempo, del
que se ha apoderado el positivismo, es el de un desencanto sin
esperanza. Por supuesto que ellos se saben modernos y, por tanto,
defienden un mundo secularizado. No tienen la tentación de recaer en un
tipo de sociedad religiosizada, como la de sus padres, que ellos ya ni
conocen. Les pasa lo que a Kafka que no ha conseguido "ni coger el
último fleco del manto de oración judío que se escapa".
Pero
son muy conscientes de la desesperación a la que ha conducido un mundo
construido bajo "la idea de sistema", santo y seña de la generación
alemana del siglo XIX. Walter Benjamin propone provocadoramente un
nuevo tiempo bajo "la idea de misterio". Se imagina la historia es
como un tribunal al que acude el hombre para denunciar al creador por no
haber cumplido su palabra de mandar al mesías. Pero allí comparecen una
serie de testigos -testigos el futuro- que certifican que vendrá. Son
estos un poeta, un escultor, un músico y un filósofo, especializados en
sentir, ver, oír y conocer el futuro. No son visionarios, sino abogados
de causas perdidas, de sueños incumplidos o esperanzas insatisfechas.
Con esa carga mesiánica quieren fecundar la razón para que ésta
trascienda los límites en los que se ha recluido. Se enfrentan a una
razón que ha caído en la tentación de confundir racionalidad con
especulación, siendo ésta un mero despliegue del yo. A la razón, sin
embargo, también pertenece la memoria y por tanto tiene que hacerse
cargo de las preguntas de los vencidos.
Estos filósofos pensaron antes de Auschwitz pero se toparon con ese
acontecimiento. Este hecho ha supuesto un cierto cambio en los que, como
Jonas o Levinas, sobrevivieron a la catástrofe. Hasta ahora eran
filósofos inspirados en la tradición judía que bebían en esa fuente para
reformular el alcance de la razón teniendo en cuenta las exigencias de
justicia universal, propia del mesianismo; desde entonces, sin embargo,
los testigos del futuro tienen que remitirse al testimonio del pasado y
escuchar algo que ocurrió aunque fuera impensable. No se trata sólo de
enriquecer el alcance racional de la razón, como antes, sino el de
re-pensar todas las categorías de la razón a la luz de ese impensado que
tuvo lugar. Ese es el gran desafío de la filosofía de nuestro tiempo,
un desafío al que la mayoría de los pensadores han dado la espalda.
Pierre Bouretz ha hecho un trabajo impagable al desvelar el misterio
de por qué hay filosofías y filósofos que no dicen nada y otros que
dicen tanto. La diferencia está en que hay pensamientos que responden a
preguntas verdaderas , mientras otros, las ocultan. Para salvar a esas
preguntas Bouretz ha convocado a los testigos aquí reunidos.
Testigos del futuro. Filosofía y mesianismo. Pierre Bouretz. Ediciones Trotta. Madrid, 2012. 1018 páginas.
Nacido en 1958, Pierre Bouretz es director de
estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y
director del Centre d’Études Interdisciplinaires des Faits Religieux
(CEIFR).
El País
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