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Una rebelión de los Dioses

Un cuento peculiar y extraño del escritor estadounidense Ambrose Bierse, apodado El amargo Bierse por su vehemencia crítica y visión sardónica de la naturaleza humana, asoma algunos elementos peculiares a los utilizados por precursores como Howard Phillips Lovecraft y otros autores por lo extraño y lo macabro del texto.

Este cuento se encuentra en The Complete Short Stories of Ambrose Bierse, el cual narra como un esposo, quien ejercía el oficio de desodorizador de perros muertos, es decir, eliminar ciertos olores o el proceso donde se evaporan las impurezas que generan malos olores, se frustra con su esposa, ya que no eran felices por la diferencia de rango social, seguido a esto la emprende contra el clérigo que los casó. Este hecho produjo una revuelta en la ciudad, lo cual engendró que los ciudadanos se negaran a darle sus perros muertos fundando así un cúmulo de malos olores en la ciudad por la putrefacción de los animales.

Una elemento comercial en cadena es lo que prosigue, siendo desorizador de perros muerto, entra en juego el ciclo, yo desempeñó un oficio, pero también tengo el negocio de abastecimientos de alimentos de carne para gatos de la ciudad, pues la esposa mantenía el único negocio de carne “Era en verdad una alianza incompatible y desafortunada, y cómo podría haberse previsto, terminó en desastre“, pero esta oposición por parte del población, donde el gato era objeto de veneración, su culto era la religión de la zona, el hecho de desatender los deseos de los felinos era castigado.

Un esposo improductivo, el hacerles frente a los altos gastos, llevar el pan a la mesa a diecisiete niños, la situación se encarriló al extremo de la sostenibilidad. Con todas las dificultades antes expuestas, lo que realizado la esposa del desorizador fue rehusarse a vender carne, lo que produjo que se agolparan masas en procura de los alimentos para gatos, pero la esposa se mantuvo firme, y esta huelga se mantuvo donde unos setecientos cincuentas gatos se acostaron sin comer en Sardasa. Ante tal hecho, produjo que la Unión Federada de Viejas Criadas emitieran un comunicado para que tomaran medida.  

Sin ir muy lejos en este cuento concluye de esta manera “Finalmente, los muertos realizaron un mitin en el cementerio y revolviéndose por la huelga general, comenzaron a destruir bóvedas, tumbas, monumentos, lapidas, sauces, ángeles y corderitos de mármol, todo lo que tuvieron a mano. Al anochecer, lo vivo y lo muerto estaba exterminando por igual, y donde antes se levantara la antigua y sagrada ciudad de Sardasa no quedó más que una excavación llena de cadáveres y escombros, tiras de gastos y parches de perros vendidos a menos. El lugar es ahora una vasta pileta de agua estancada en el centro de un desierto”.

Vaya final…

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