Hay
escritores, y con esto van detrás, los títulos, que uno tiene de alguna manera
referencias, o escucha hablar a otras personas, pero muchas veces esas
referencias quedan para un después, y muchas veces son sepultada por el olvido,
y jamás recordamos haberlo escuchado. De Oliver Sacks, fue uno de esos casos,
lo había escuchado, y creo que en algún hojear de esos en alguna librería pude
pasear mi vista por su escrito.
El admirable texto de Alberto Manguel: Una historia natural de la
curiosidad, de arrancada inicia “Tengo curiosidad por la curiosidad” y
creo que esta fue el ancla por el cual me sentí tentado en parte a leer este
libro, pues como antes había expresado ya lo había hojeado, un título tan
sugerente: El hombre que confundio a su mujer con
un sombrero no podía pasar por desapercibido.
Es una obra que podría estar
escrita para médicos o profesionales de la salud y sin ningún atractivo para
quienes estuviesen fuera de ese mundo. Sin embargo, sucede todo lo
contrario. El neurólogo inglés a través de su historial con relatos pone a
nuestras manos el estado médico de muchos de sus pacientes: “Mi trabajo, mi vida, giran en
torno a los enfermos... pero el enfermo y su
enfermedad me hacen
pensar cosas que
de otro modo
quizás no pensaría.
Hasta el punto
de que me
veo forzado a
preguntarme cómo Nietzsche: «En cuanto a la enfermedad: ¿no nos
sentimos casi tentados a pensar si
podríamos arreglárselas sin
ella?»... ya considerar
los interrogantes que plantea
fundamentales por naturaleza. Mis pacientes me hacen
cavilar constantemente, y
mis cavilaciones me
llevan constantemente a los
pacientes, de modo que en las historias o estudios que siguen hay un trasiego continuo de una
cosa a otra”.
Oliver Sacks recrea la
anécdota médica con su escrito de manera amena y dirigido para el público no
técnico, donde nos cuenta el lado humano:
“La
duplicidad de los epígrafes y el contraste que ofrecen (el contraste, en
rigor, del que
habla Ivy McKenzie
entre el médico
y el naturalista) corresponden
a una duplicidad
indudable en mí:
me siento a
la vez médico y naturalista; y me interesan en el
mismo grado las enfermedades y las
personas; puede que sea también, aunque no tanto como
quisiera, un teórico
y un dramaturgo,
me arrastran por
igual lo científico
y lo romántico,
y veo constantemente ambos
aspectos en la
condición humana, y
también en esa
condición humana quintaesencia
de la enfermedad...
los animales contraen
enfermedades pero sólo el hombre
cae radicalmente enfermo”.
Alrededor de veinte casos clínicos son abordados desde la
visión del médico inglés Oliver Sacks. Las historias tratan sobre personas
comunes que tienen problemas neurológicos poco conocidos. Todos son seres que
tienen una vida convencional, con sus profesiones y su cuadro familiar, pero
que trascienden de esta realidad a partir de sus problemas de salud. El
escritor logra mostrar las actitudes de sus pacientes, de entrometerse en la
intimidad de sus vidas y comprender cuánto cambió la enfermedad de cada uno el
desarrollo normal de sus acciones.
En resumida cuenta es un libro interesante, pero sin caer el
mote de un gran libro, eso se dejaría en otro plano.
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