“Y entonces la historia de Roberto de la Grive sería sólo la de un enamorado infeliz, condenado a vivir bajo un cielo exagerado, que no conseguía conciliarse con la idea de que la tierra vaga a lo largo de una elipse de la cual el sol es sólo uno de los fuegos.”
El narrador y ensayista italiano Umberto Eco hace pública La isla del día de antes en 1994. Una novela de aventura, aunque sí podemos encontrar suspense, acción, digresiones y múltiples minucias y detalles. Es una novela que por su estructura del lenguaje o más bien como esta escrita exige que el lector se comprometa, se aventure un vocabulario que deviene del barroco italiano, un enciclopédico bagaje intelectual y literario extraído de las cimas y de la efervescencia especulativa que en los siglo XVI y XVII Europea viva en ámbitos como la filosofía, las supersticiones, la religión, la política, la geografía, la navegación, la astronomía y las ciencias en general.
“De tal suerte, con impenitente conceptuosidad, Roberto de la Grive, presumiblemente entre julio y agosto de 1643.
¿Cuántos días llevaba vagando sobre las ondas, atado a una tabla, boca abajo de día para que el sol no le cegara, el cuello innaturalmente tendido para evitar beber, requemado por la espuma, ciertamente febricitante? Las cartas no lo dicen y dejan pensar en una eternidad, pero debe de haberse tratado de dos jornadas a lo más, si no, no habría sobrevivido bajo el azote de Febo (como figurativamente lamenta), él, tan enfermizo como se describe, animal noctívago por natural defecto.
No se hallaba en condiciones de llevar la cuenta del tiempo, más me figuro que el mar habíase sosegado inmediatamente después de la borrasca que lo había arrojado del Amarilis”
La isla del día de antes narra la historia a partir de fragmentos manuscritos de la vida de Roberto de la Grive, quien escribió y abandonó en el Daphne, la nave, aparentemente desierta, a la deriva como náufrago amarrado a un tablón, un día del 1643.
Podemos decir, que Eco puso en nuestra manos una obra maestra al escribir, un buen conocedor del lenguaje, hace un buen uso de las palabras, confecciona textos inteligentes. En mi caso hay algunos capítulos de la obra que me quedaría con ellos por siempre, capítulos tales como: Arte de prudencia, Discurso sobre el polvo de simpatía, Origen de las novelas, entre otros, sin dejar a un lado los finales.
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