Historia del pensamiento social de Salvador Giner traza la evolución de las concepciones, teorías e ideas de la filosofía política, social, económica y ética de Occidente desde sus albores en la antigua Grecia hasta el presente. Su proverbial claridad, erudición, ecuanimidad y espíritu crítico, ha convertido a esta obra en una herramienta indispensable de trabajo y fuente insoslayable de conocimientos para sociólogos, historiadores, economistas y cuantos muestran interés por la filosofía moral y política. La presente edición ha sido revisada y sustancialmente ampliada con el fin de atender mejor la permanente demanda a que se halla sometido este vasto y ambicioso tratado, un texto clásico y de referencia, sin parangón en lengua castellana.
Los grandes sistemas filosófico sociales de Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Marx, Tocqueville, Weber y de los demás pensadores clásicos, incluidos algunos muy recientes, como Hannah Arendt, reciben aquí tratamiento cabal y riguroso. También lo reciben las diversas escuelas doctrinales, ideológicas o críticas sobre las que se levanta nuestra tradición y sin las que no se entienden las ideas de hoy. Así, se exponen las visiones y argumentos del republicanismo clásico y el moderno, el cristianismo, el liberalismo, el socialismo, el ecologismo e incluso del pesimismo cultural. La obra del profesor Giner culmina con una exposición detallada de las principales teorías sobre la crisis de la modernidad en el marco de los actuales procesos de mundialización, con énfasis especial sobre los movimientos sociales de nuestros días. Esta obra expone las diversas vertientes de la reflexión sobre la sociedad humana, y muestra las distintas corrientes teóricas y doctrinales en un amplio abanico de dimensiones morales, políticas, económicas y culturales.
CAPÍTULO I
LA CIUDAD GRIEGA:
LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
1. El mundo social de los helenos: la polis
El pensamiento, la ciencia y la filosofía occidentales tienen su origen histórico en las ciudades de la Grecia clásica. La especulación racional y la indagación científica del mundo natural y del humano de nuestro tiempo, no ya en Occidente, sino también en todo el mundo moderno, tienen sus raíces en la civilización griega. Nuestra deuda con ella es vasta y profunda. Sin ella apenas se explicaría la nuestra.
Por ello es menester comprender mínimamente su peculiar estructura social y su universo cultural. Alcanzaremos así un entendimiento adecuado del significado de la decisiva aportación de los fundadores remotos de nuestra propia concepción del universo y de la vida. Los problemas por ellos formulados y las soluciones que propusieron no han decrecido en importancia. Vivimos aún en gran medida en el mundo cultural que ellos forjaron. Los valores, creencias, perplejidades y aspiraciones del hombre moderno —occidental o no— son, en buena parte, los suyos, por muy considerables que sean también las diferencias.
Cuando surge la civilización griega propiamente dicha, tras el declinar de las sociedades arcaicas minoicas y cretenses, es decir, hacia el siglo VIII a.C., nos encontramos con que toda la Hélade está dividida en un gran número de estados minúsculos. Estados que son ciudades con su entorno rural inmediato, aunque algunas veces posean algunos otros territorios y hasta colonias más o menos distantes. Esa fragmentación —facilitada por islas, península, mares y costas continentales en Europa y Asia Menor— perdurará como algo inherente a la vida de Grecia. Siglos más tarde, toda ella experimentará una unión política territorial paulatina, pero sólo a causa de potencias externas que la fuerzan a ello, macedonias primero, romanas después. Esa forzada unión marcará también el lento fin de su existencia plural y el de su enorme capacidad creativa.
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