La amplia visión recurrente en el objetivo de querer armonizar lo
leído con lo recomendable, es un juego que nos acosa en cada
pisotón que le demos a unas de las teclas que conforma ese tablero
de palabras, porque el querer práctico de sacar conclusiones
concretas para el presente es lo fundamental a la hora de dar una opinión.
Quien lee se adentra en mundos distintos a su entorno inmediato y dispone
tiempo para meditar y reflexionar; antes la cantidad exploratoria
de argumentaciones a favor de un escrito.
La literatura, y más
que la literatura de por sí, ha de ser un juego donde el mayor disfrute
sea entre escritor y lector, el lazo cognitivo para una posible comunicación
entre ese escritor, que con toda la buena fe nos hace introducir en
sus mundos, nos hace ver sus demonios, y del cual en sus adentros, él
espera que nos conectemos, nos enlacemos a sus laberintos. Este engranaje
no mucha veces se da, por la poca mente acuciosa en el aspecto narrativo
que el escritor nos oferta, y es el caso de lo que a continuación escribiré.
Al parecer, muchas veces
la influencia ante lo recomendado de un escrito, puede ser una verdad
inamovible, en cualquier caso se trata de creer o dudar, solo tiene
dos opciones, aceptar la recomendación o prefiere hilar o nadar en
otras fuentes. Alguien en un momento dado me recomendó Libertad de Jonathan Franzen, el cual con mucho entusiasmo
lo asumí como una obra a la cual no me iba a despegar. Fueron muchas
las críticas que pude ver a favor del escrito.
Este escritor analiza
la vida intima de varios personajes, ubicados en trajín de nuestros
tiempos. Patty y Walter Berglund, dos de los personajes principales,
miembros de una nueva y floreciente clase urbana, quienes fueron los
pioneros en la recuperación de un barrio degradado. Patty es el personaje
modelo de todo el vecindario, y prácticamente de toda la novela, pero
siendo la mujer más activa quiere enrollar su vida tras la felicidad,
debido a los cambios que trajo el nuevo milenio, su hijo se granjea
con vecinos republicanos, su esposo se congracia con su antiguo amigo
Richard Katz, un rockero y mujeriego, creando inestabilidad en la familia.
“Con una efectiva combinación de humor y tragedia, Franzen
desgrana las tentaciones y las obligaciones que conlleva la libertad:
los placeres de la pasión adolescente, los compromisos despreciados
en la madurez, las consecuencias del anhelo desenfrenado de poder y
riqueza que arrasa al país. Así, en los aciertos y errores de un grupo
de personas que tratan de adaptarse a un mundo confuso y cambiante, Franzen
ha pintado un cautivador retablo de nuestra época”.
Todo hasta ahí
marcha bien, no debe asombrar las coincidencia entre el escritor y lo
que voy leyendo, todo comienza en la forma como hace instrumento de
la narración, narrar por narrar, es como vehículo sin obstáculos,
que solo tiene como fin narrar, no hay frases o pensamientos que retumbe
en el escrito, pasajes que transforme tu parecer, si acaso las primeras
100 páginas, uno se habitúa de que el autor te va acomodando
para ir erigiendo el ambiente de afianzamiento, pero que va, todo quedo
en lo narrativo. Creo que la literatura es mucha más que eso, es cruzar
el tiempo por lo que leemos, es hacernos recurrente a ella.
Os sea el jurado…..
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