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Ángel

Ángel, primera novela publicada en España de Elizabeth Taylor, fue seleccionada por el British Book Marketing Council en 1983 entre las trece mejores novelas escritas en inglés desde la Segunda Guerra Mundial.

Elizabeth Taylor utiliza en Á
ngel los recursos de un género más o menos cristalizado, la novela romántico-folletinesca de principios de siglo, para construir una novela a la vez clásica y espléndidamente moderna. Una novela que se devora de un tirón, en la que bajo el placer inmediato de su lectura hay una estructura narrativa tan poco ostentosa como compleja e inteligente, perfecta.
Angelica Deverell, una adolescente mitómana al inicio de la novela, es la hija de una tendera de clase media muy baja cuya hermana trabaja en la casa de los señores de la zona y ayuda a pagar la educación de Angel (cuyo nombre de pila es el mismo de la hija de estos señores). Angel comienza a escribir novelones gótico-románticos, grandilocuentes, falsos y fascinantes, que la convertirán en una escritora de moda, la harán rica y la convencerán de que ella es una heroína de sus propias novelas... 

Una historia, llena de ecos y alusiones, de un entramado de relaciones sociales y fascinaciones equívocas en la que la pasión por la literatura, por deleznables que sean sus resultados, acaba arrasando varias vidas.


«Desde la guerra, la novelista que más me ha impresionado es Elizabeth Taylor, que nunca escribe un mal libro, nunca es pretenciosa, falsa o insípida; que tiene el sentido de la proporción que combina el humor con lo que Jane Austen llamaba gusto y nosotros llamamos feeling, y cuyo estilo es calmo, escueto y aparentemente fácil» (Elizabeth Jane Howard).

«Al leer las obras de Elizabeth Taylor siempre hay un elemento de autocongratulación. ¡Oh, lo que hemos atrapado! ¡Seguro que se le ha escapado a un lector menos atento!» (Anne Tyler).

«Su prosa es uno de los más hermosos y exactos instrumentos de precisión que pueden encontrarse hoy en día en funcionamiento» (Elizabeth Janeway).

«Agradezco a Anagrama por publicar la primera novela traducida de Elizabeth Taylor, y recomiendo a Taylor como un lugar, la plaza adonde ibas a sentir pensamientos del que cruza la calle, a pensar sentimientos del que escapa de casa» (Belén Gopegui).

«El tratamiento más perverso e inteligente que se ha hecho de la creación literaria en los últimos años... De la importancia de Taylor en la literatura inglesa de los años sesenta diremos que los miembros de los Jóvenes Airados siempre guardaron admiración hacia esta mujer que casi podría representar las antípodas del ideario de un Sillitoe, un Osborne o un Wain. El mismo Kingsley Amis la situó por encima de muchos de su generación, lo que no deja de ser significativo» (Juan A. Juristo, Diario 16).

«Enorme eficacia literaria» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País).



I

–«... en la vasta vacuidad del empíreo...» – leyó la señorita Dawson–. ¿Puedes decirme lo que significa «empíreo»? 

–Significa... – contestó Angel. Se humedeció los labios con la lengua. Por la ventana de la clase miró al cielo, más allá de los árboles desnudos–. Significa «el más alto cielo». 

–Sí, el cielo – dijo la señorita Dawson con recelo. 

Tendió el cuaderno a Angel; estaba perpleja. La chica tenía una gran fama de embustera y la señorita Dawson, al recibir su extraña redacción «Una tempestad en el mar», la había estudiado cuidadosamente y en actitud prevenida, pues temía haber leído aquello antes o faltado a su obligación de haberlo hecho. Había dedicado una inquieta velada a escudriñar en Pater y Ruskin y otros. Aunque desdeñaba tal prosa ornamental, tales crescendos y aliteraciones, antes de afirmar que se trataba de un texto vulgarmente sobrecargado confiaba en descubrir quién lo había escrito. Lo consultó con la directora, quien también juzgó necesaria la cautela. Era, pensaba, un texto digno de admiración en una chica de quince años; si es que realmente era obra de una chica de quince años. 

–¿Ha escrito alguna vez algo parecido? 

–Nada. Una o dos líneas llenas de borrones.

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