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Las fronteras del microrrelato

Durante mucho tiempo marginada, desconocida u olvidada, la ficción brevísima está conociendo un auge extraordinario en las últimas décadas. La obra de algunos pioneros en América Latina (Monterroso, Borges, Denevi, Arreola) abrió los caminos para que, en los años noventa, empiece un auténtico boom a uno y otro lado del Atlántico. 


A lo largo de 14 artículos, otros tantos especialistas analizan el fenómeno del microrrelato en el panorama actual del mundo hispánico. Los enfoques incorporan tanto reflexiones teóricas como estudios dedicados a destacados representantes de la ficción brevísima. Entre otros aspectos, se abordan cuestiones surgidas en el debate sobre el estatus genérico del microrrelato, sus mecanismos temporales, los antecedentes en el poema en prosa modernista, la influencia de algunos autores canónicos, la obra de las escritoras de microrrelatos o el impacto de esta nueva modalidad narrativa en el mercado lector a través de las nuevas tecnologías.
 
Liminar

FERNANDO AÍNSA 
Cuando escribí, entre 1980 y 1987, los textos breves de D'ici et de la-bas: jeux de distances, publicado en Dijon en 1987 y en español en 1991, no sabía lo que eran los minicuentos, los microrrelatos, la minificción, e ignoraba la vasta y polémica terminología alrededor de la definición de lo que ahora es un género literario. En forma espontánea había encontrado en esa forma condensada un modo de expresarme, más allá del aforismo y el apotegma, y más cerca de esos "ejercicios antropológicos" y "tratados" con que mi profesor de Literatura en Montevideo, José Pedro Díaz, como buen discípulo de Pascal y Novalis, bautizaba sus libros. Originalidad que lo llevaba a componer sus páginas como un tipógrafo de otros tiempos, letra a letra, y a imprimir en forma artesanal esos tratados de "los lugares" y de "los posibles" en una vieja Minerva instalada en el garaje de su casa. Parecía como si la minuciosa y lenta tarea manual en esas gastadas cajas lo hubiera conducido de un modo inevitable a las formas breves.

     Curiosamente, junto a esa Minerva que ahora se exhibe en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional de Montevideo, hay una foto de José Bergamín, en aquellos años exiliado en Uruguay. Aparece admirando la vieja impresora plana que ya era una pieza de anticuario cuando imprimía los libros de José Pedro Díaz y sus amigos. Bergamín, autor de perspicaces y originales "ideas liebre", "mangas y capirotes" y de la prodigiosa "pirotecnia" de sus "dudas aforísticas lanzadas por elevación" también parecía identificarse con ese clásico de la historia de la imprenta, al parecer tan adecuado para las formas breves.  

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