Además de inventar motores y turbinas, soñar con
un mundo de naves teledirigidas y torres inalámbricas, levantar
grandes laboratorios mágicos de los que salían relámpagos y tormentas
artificiales y hasta diseñar aparatos domésticos, Nikola Tesla
escribió mucho. Cartas a la familia, narrando sus éxitos y planes;
cartas a sus jefes y patronos, contando sus proyectos y sueños; cartas a
los amigos, cartas a los periódicos, cartas con quejas, con peticiones
de dinero... Y también muchos artículos sobre energía, sobre inventos y
sobre ciencia, pero otros sobre temas de actualidad o curiosidades,
porque Tesla opinaba sobre casi todo y creía firmemente que el mundo
estaba pendiente de sus palabras. Buceando en los cientos de escritos
que se han conservado (¿qué habría en los desaparecidos?), esta
antología de su puño y letra constituye el retrato más personal y humano
de un genio olvidado, al que la historia está dando en el siglo XXI
una nueva oportunidad.
Incluye
cronología completa de la vida de Tesla,la biografía de todos los
amigos, familiares y personajes clave en la vida del inventor y 8
páginas de fotografías originales.
IV
EN LA ENTREGA DE LA MEDALLA EDISON
Señor presidente, damas y caballeros,
me gustaría agradecerles de corazón su amable simpatía y su reconocimiento. No me llamo a engaño sobre el hecho -del que deben ustedes ser conscientes- de que quienes acaban de hablar han exagerado enormemente mis humildes logros. En una situación como esta, uno no debería ser apocado, pero tampoco dominante, y en ese sentido, les concederé que algún ápice de mérito puede debérseme por haber dado los primeros pasos en algunas nuevas direcciones; pero muchos hombres capaces -algunos de los cuales, me alegra decirlo, están aquí presentes esta noche- colaboraron para que las ideas que yo he propuesto triunfaran, para que las fuerzas y los elementos fueran conquistados y para que se alcanzara la grandeza. Inventores, ingenieros, diseñadores, fabricantes y financieros hicieron su contribución hasta que, como ha dicho el señor Behrend,* se forjó una revolución gigantesca en la transmisión y la transformación de la energía. Aun cuando estamos eufóricos por los resultados conseguidos, no cejamos, inspirados por la esperanza y la convicción de que esto es solo un comienzo, un anticipo de unos logros futuros y aún mayores.
me gustaría agradecerles de corazón su amable simpatía y su reconocimiento. No me llamo a engaño sobre el hecho -del que deben ustedes ser conscientes- de que quienes acaban de hablar han exagerado enormemente mis humildes logros. En una situación como esta, uno no debería ser apocado, pero tampoco dominante, y en ese sentido, les concederé que algún ápice de mérito puede debérseme por haber dado los primeros pasos en algunas nuevas direcciones; pero muchos hombres capaces -algunos de los cuales, me alegra decirlo, están aquí presentes esta noche- colaboraron para que las ideas que yo he propuesto triunfaran, para que las fuerzas y los elementos fueran conquistados y para que se alcanzara la grandeza. Inventores, ingenieros, diseñadores, fabricantes y financieros hicieron su contribución hasta que, como ha dicho el señor Behrend,* se forjó una revolución gigantesca en la transmisión y la transformación de la energía. Aun cuando estamos eufóricos por los resultados conseguidos, no cejamos, inspirados por la esperanza y la convicción de que esto es solo un comienzo, un anticipo de unos logros futuros y aún mayores.
En esta
ocasión, puede que ustedes quieran que yo diga algo de un tenor
personal y más íntimo por lo que hace a mi trabajo. Uno de los ponentes
ha sugerido: "Cuéntenos algo sobre usted mismo, sobre sus primeras
dificultades". Si no malinterpreto esta conjetura, me dedicaré
brevemente y con su permiso a este asunto, más bien delicado.
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