Moscú, 4 ene (EFE).- "Un día en la vida de Iván
Denísovich", de Alexandr Solzhenitsin, la novela que descubrió al mundo
el horror del gulag soviético, conserva intacto su valor literario y su
fuerza moral 50 años después de su publicación, aseguró a Efe Natalia
Solzhenítsina, la viuda del escritor.
"Su fuerza está en que una vez lo lees, ya no lo puedes olvidar. Los
libros conservan la memoria colectiva de los pueblos, lo bueno y la
malo. Esa es la misión de los escritores", afirmó.
Fiel guardián del legado del premio Nobel de literatura (1970) desde
su muerte en 2008, Solzhenítsina, de 73 años, recuerda el "terremoto"
que causó en la sociedad soviética la publicación de la obra en
noviembre de 1962, en la revista literaria Novy Mir.
"Como toda familia de intelectuales soviéticos que se preciara,
nosotros estábamos suscritos a la revista, por lo que el segundo día ya
pude empezar a leerlo. Todos comprendimos que estábamos ante un gran
talento literario", señaló.
A diferencia de muchos de sus compatriotas, Solzhenítsina ya sabía de
la existencia de la red de campos de trabajo (gulag), ya que su abuelo
había sido enviado a uno de ellos en la república de Komi (norte).
"Abrió los ojos a muchos, pero nosotros ya sabíamos lo que eran los
campos por mi abuelo. Mi abuela y yo guardábamos comida y se la
enviábamos en paquetes. Se la seguimos enviando durante años, incluso
cuando ya había muerto", indicó.
"Novy Mir", que arrancó con una tirada de 25.000 ejemplares, llegó a
publicar casi un millón, cifra reservada a los libros sobre Stalin.
"Alexandr Isáevich (patronímico de Solzhenitsin) pensaba que no se
publicaría. Su objetivo era contar lo que vio en el gulag, pero de
manera literaria, no como una recopilación periodística que mañana se
olvida fácilmente", rememoró.
En realidad, apuntó, el escritor empezó primero "Archipiélago Gulag"
en 1958 sobre la base de su experiencia y la de sus amigos, "pero lo
dejó al caer en la cuenta de que eso no era suficiente".
Entonces comenzó a escribir en 1959 "Un día en la vida de Iván
Denísovich", una novela corta de apenas 100 páginas que no es
autobiográfica, sino que está hecha de retazos de la vida de diferentes
presos.
"El nombre del héroe, Iván Denísovich Sújov, pertenece a un soldado
del batallón en el que combatió Solzhenitsin durante la guerra contra
Alemania", señala la viuda del literato.
El libro narra un día en la vida de Sújov en el campo de Ekibastuz,
en el norte de Kazajistán, donde el escritor sirvió casi tres años
(1950-53) de los ocho a los que fue condenado por llamar a Stalin
"bigotudo" en una carta cuanto estaba en el frente.
El libro termina así: "Días como éste en su sentencia, de campana a
campana, hubo tres mil seiscientos cincuenta y uno. Debido a los años
bisiestos, se le sumaron tres días. (Año) 1959".
A Solzhenitsin, que fue deportado en 1974, le gustaba decir que esta
novela era como el pedestal, y "Archipiélago Gulag", el monumento a las
víctimas de la represión soviética.
"Todos sus libros abordan el comportamiento de las personas en
situaciones extremas. Sea la guerra, la cárcel, la enfermedad o el
gulag. Unos reaccionan con generosidad y honestidad, y otros se
comportan como unos traidores. Todo depende de la conciencia y el
espíritu de cada uno", destacó.
Cuando se publicó la novela, la revista y el propio Solzhenitsin recibieron un aluvión de cartas de antiguos presos.
"Unos contaban que las cosas en su campo (Vorkutá, Magadán, etc.)
eran aún peores. Otros simplemente compartían sus impresiones. Él se
reunió con muchos de ellos y pudo conservar la memoria colectiva de las
víctimas", relató.
Solzhenítsina opina que el entonces líder soviético, Nikita Jruschov,
decidió autorizar la publicación de "Un día en la vida de Iván
Denísovich" para utilizar la novela como ariete en su lucha contra el
legado estalinista.
"Jruschov quería que millones de soviéticos leyeran que cientos de
miles de personas inocentes habían sido enviadas a los campos por
Stalin", apuntó.
No obstante, ella cree que "Jruschov se equivocó, ya que pensó que
todos dirigirían sus críticas contra Stalin, pero no calculó la fuerza
de la reacción, ya que en el pueblo cundió la decepción con todo el
sistema soviético".
"Él pensaba que los lectores verían a Stalin como malo y a él como el bueno, pero no logró su objetivo", recalcó.
La viuda del Nobel, quien acusa a los dirigentes rusos de no haber
condenado oficialmente a Stalin como un tirano y a la URSS como un
sistema criminal, cree que la novela no ha perdido vigencia, en gran
medida porque es de lectura obligatoria en la educación secundaria.
"La historia se olvida, pero la literatura llega al corazón e impide
que las desgracias caigan en el olvido. Por suerte, ya no hay peligro de
que se repita un régimen totalitario en Rusia, ya que el mundo de la
información e internet no lo permitirían", sentenció.
Por Ignacio Ortega
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