En su larga carrera periodística, Margarita
Rivière ha cultivado con éxito el reportaje, la crónica, el ensayo, el
perfil y la columna de opinión, granjeándose la admiración del público y
el respeto incondicional de sus colegas. Pero, de entre los muchos
géneros en los que Margarita Rivière ha dejado una huella indeleble,
destacan sus miles de entrevistas. En los ochenta, conversó con las
personalidades más rutilantes de su tiempo para El Periódico de
Catalunya; en los noventa, llenó las contraportadas de La Vanguardia con
entrevistas a pensadores y artistas, a artífices del poder y también a
sus víctimas; y en el nuevo siglo, realizó con más calma y extensión charlas en profundidad para El País.
Este libro recoge una muestra representativa del arte de Margarita Rivière como entrevistadora. Desde 1980 hasta ayer mismo, sus preguntas a grandes figuras de la política, la cultura y la literatura fueron directas y certeras. Y las respuestas van trazando un fresco colorido, variado y profético de nuestra era, que se puede leer como un mapa dialogado entre el pasado, el presente y el futuro.
Roberto Herrscher, director de esta colección Periodismo Activo de la cual este libro es su tercer título, señala en el prólogo "Margarita Rivière lleva sus observaciones mucho más allá
de la noticia, al terreno del análisis y la teoría. Así es esta
periodista aventurera y profunda". Los lectores se reencontraran con
personajes que seguramente ya conocían, o que conocerán ahora, a través
de una entrevista realizada hace años, y descubrirán que pese al tiempo
pasado, no han perdido vigencia, tanto por la calidad intelectual y personal de los entrevistados, como por la capacidad de Rivière de anticiparse a temas que años más tarde se convertirán en actualidad.
Primero realizando una entrevista diaria para El Periódico en los ochenta, después realizando "La Contra"
de La Vanguardia en la década siguiente, y finalmente publicando
conversaciones en profundidad para El País en la primera década del
nuevo siglo, Rivière ha sido una espectadora privilegiada de la historia contemporánea
y una analista de excepción de este devenir a través de las
personalidades que ha entrevistado. Profesora durante más de diez años
del Máster de Periodismo BCN_NYC que imparten la Universidad de Barcelona y la de Columbia, este libro es la muestra más brillante de su maestría.
Margarita Rivière (Barcelona, 1944), doctora en sociología por la UB, es periodista independiente y escritora. Fue directora de la agencia EFE en Catalunya, y ha trabajado en El Periódico, La Vanguardia, y actualmente colabora con El País, El Correo y Qué Leer. Galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona en 1985, ha publicado más de una treintena de libros, entre los que destacan Lo cursi y el poder de la moda (1992) y La fama. Iconos de la religión mediática (2009).
Periodismo Activo
es una colección dedicada a explorar los escenarios cambiantes que el
periodismo está sufriendo en este principio de siglo, a través de un
diálogo entre la academia y la práctica profesional. Este es el tercer
título de la colección, después de la aparición de Periodismo narrativo (2012), de Roberto Herrscher, y Ética del periodismo (2012), de Norbert Bilbeny.
INTRODUCCIÓN
Entrevistas,
libres, sin reglas Cuando se han hecho cientos, miles de entrevistas
uno acaba sabiendo que las buenas entrevistas no tienen reglas fi jas.
Para mí, como lectora, una buena entrevista es aquella que te engancha
por su tema, por el personaje, por la inteligencia o el humor de los que
hablan o por todo aquello inexplicable que tienen las conversaciones
extraordinarias.
Una buena entrevista permite a
quien la lee aprender algo nuevo: un conocimiento sobre la vida, el ser
humano o el saber compartido. Y una buena entrevista es aquella en la
que el periodista desaparece como protagonista aunque, obviamente, jamás
se habría hecho sin él.
Podría parar aquí mismo y
puntualizar que los lectores son sufi cientemente perspicaces para
elaborar, por ellos mismos, su propia versión de lo que es una buena
entrevista. Pero añadiré que yo misma, a lo largo de más de cuarenta y
cinco años de lectura y realización de entrevistas no he hallado ningún
canon que ayude a defi nir ese género tan elemental como virtuoso si
logra su objetivo, que no es otro que la plenitud de la comunicación
entre dos (entrevistado y entrevistador) que, aunque no se vea, se
sitúan ante una multitud de personas que siguen atentamente (es de
esperar) el diálogo. Es un asunto que no se puede encorsetar en un
puñado de normas.
Las buenas entrevistas pueden
perdurar y crecer con los años o pueden desaparecer, engullidas por el
contexto social e histórico o por el humor del lector. Nada hay más
etéreo que estos intercambios de palabras, de ideas y, tal vez, de
sentimientos que llamamos entrevista periodística.
Un
género enrevesado, compuesto de opinión, de información, de intuición y
de corrientes subterráneas, como la simpatía o la animadversión (no
siempre manifi estas, pero siempre existentes) entre quienes hablan.
Comunicarse es abrirse, entregarse al otro y a los demás: ésta es la
materia prima; si esto falla iremos mal.
Es un
género que sólo se presta a la indiferencia cuando se cae en la rutina,
en la fórmula hecha o en la demostración de lo indemostrable (por
ejemplo: lo listo que soy yo, entrevistador, o lo listo que soy yo,
entrevistado). Porque todo ello ocurre, y también muchas otras cosas que
voy a intentar resumir.
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