La biografía visual y autocomentada de Julio Cortázar en el año de su centenario
¿Por qué un álbum Cortázar? Porque no podíamos esperar más. Con motivo del centenario de su nacimiento, la Internacional Cronopia reclamaba ya con demasiada insistencia una nueva aproximación al escritor y al hombre. ¿Por qué no intentar un almanaque, «un hermoso libro, suelto y despeinado, lleno de interpolaciones y saltos y grandes aletazos y zambullidas», como proponía Julio Cortázar en La vuelta al día en ochenta mundos?
La solución era una idea simple que iba a darnos muchísimo trabajo: un diccionario biográfico ilustrado, una fotobiografía autocomentada con retratos de todas las épocas, fotografías de las primeras ediciones de todos sus libros, algunas de sus publicaciones en periódicos y revistas; una antología de textos acompañada de objetos y cuadros que fueron suyos, reproducciones de manuscritos y mecanuscritos originales, papelitos sueltos todavía inéditos y, de vez en cuando, el recuerdo en primera persona de quienes fueron sus amigos.
¿Por qué un álbum Cortázar? Porque no podíamos esperar más. Con motivo del centenario de su nacimiento, la Internacional Cronopia reclamaba ya con demasiada insistencia una nueva aproximación al escritor y al hombre. ¿Por qué no intentar un almanaque, «un hermoso libro, suelto y despeinado, lleno de interpolaciones y saltos y grandes aletazos y zambullidas», como proponía Julio Cortázar en La vuelta al día en ochenta mundos?
La solución era una idea simple que iba a darnos muchísimo trabajo: un diccionario biográfico ilustrado, una fotobiografía autocomentada con retratos de todas las épocas, fotografías de las primeras ediciones de todos sus libros, algunas de sus publicaciones en periódicos y revistas; una antología de textos acompañada de objetos y cuadros que fueron suyos, reproducciones de manuscritos y mecanuscritos originales, papelitos sueltos todavía inéditos y, de vez en cuando, el recuerdo en primera persona de quienes fueron sus amigos.
Que quien mire las imágenes y lea las palabras de este volumen sepa -como la invitación que es su obra, como fue su vida- «abrir las puertas para ir a jugar.
A
Abuela
... la abuela sacaba el mantel blanco y tendía la mesa bajo el emparrado, cerca de los jazmines, y alguien encendía la lámpara y era un rumor de cubiertos y de platos en bandejas, un charlar en la cocina, la tía que iba hasta el callejón de la puerta blanca para llamar a los chicos que jugaban con los amigos en el jardín de adelante o en la vereda, y hacía el calor de las noches de enero, la abuela había regado el jardín y el huerto antes de que oscureciera y se sentía el olor de la tierra mojada, de los ligustros ávidos, de la madreselva llena de translúcidas gotas que multiplicaban la lámpara para algún chico con ojos nacidos para ver esas cosas.
De Libro de Manuel
Abuela muerta
El angelito que tantos años dibujé al pie de unas cartas,
y el à bientôt de las despedidas, y ese nombre en el sobre
han de seguir en alguna parte, han de ser algo vivo,
no es posible que nada sobreviva de esa ternura y esa gracia.
De alguna manera nos seguiremos escribiendo siempre,
alguien llamará a las puertas y nos dará las cartas,
tú estarás bien y yo te contaré de viajes,
tú estarás bien y yo seré el que besa
el borde del papel donde una letra fina
me envuelve el corazón en sábanas, me da las buenas noches
y sale silenciosa para que llegue el sueño.
1963 De Obras completas, iv
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