“Lola le salta de un tirón todos los botones de la bragueta. El vendedor jadea como un cerdo castrado, con los ojos en blanco, caído de espaldas.
—¡Golfo!
Lola descubre el sexo del hombre, pequeño y blanco como una criatura.
—¿Te da gusto, di, marrano, te da gusto?
—¡Déjeme! ¡Déjeme!”…
Solo una persona sabía de este pasaje escrito originalmente por Camilo José Cela para La colmena. Nadie sabía que el contenido sexual y erótico de su obra cumbre fuera más alto y descarado que lo publicado hasta hoy. No lo supo ni siquiera el régimen franquista porque el propio escritor gallego (1916-2002) sospechaba que no iba a pasar la censura y decidió no incluirlo en la versión que envió para su aprobación. Ahora, 70 años después de que Cela empezara su escritura (que terminaría en 1950) y sucedieran los hechos narrados en la novela, se han presentado muchos pasajes inéditos de la obra, algunos censurados por la dictadura y otros que el propio autor nunca presentó al régimen. El resultado es una nueva versión de La colmena. Por ahora fragmentada, pero que podría dar pie a una nueva edición completa como fue concebida genuinamente. “Sería una idea extraordinaria. Como sacar una obra inédita de Cela”, asegura entusiasmada Marina Castaño, viuda del premio Nobel español y presidenta de la Fundación Camilo José Cela.
El manuscrito, presentado en la Biblioteca Nacional, en Madrid, revela más retazos de vida de ese enjambre de personajes creados por Cela que ahora ven la luz gracias a la donación de Annie Salomon (licenciada en literatura hispánica), hija del hispanista Noël Salomon. Él era la única persona que conocía este inédito. Era un amigo del escritor, a quien envío este texto con la idea, “tal vez, de que analizara el impacto de la censura franquista a través de una novela suya”, dice Adolfo Sotelo Vázquez, catedrático de Historia de la Literatura Española, experto en la obra de Cela y quien prepara una biografía suya. El manuscrito llegó a las manos del hispanista después de la segunda calificación y reporte que hiciera el régimen sobre La colmena, el 7 de enero de 1946, en el cual dice: “¿Ataca el dogma o la moral? Sí. ¿Ataca al régimen? No. ¿Valor literario? Escaso”.
Se trata de 10 hojas numeradas por la Biblioteca Nacional en dígitos romanos más algunas hojas complementarias en blanco y 172 hojas numeradas en arábigo. El manuscrito es heterogéneo y fragmentario. La mayoría de las hojas están mecanografiadas y varias corregidas a mano y tachadas por el autor con su lapicero rojo. Otras censuradas por el franquismo con lapicero y sello, según Sotelo Vázquez. El grueso del manuscrito es parte de la copia que el escritor presentó a la censura en 1946 con la intención de ceder el original a F. Maristany de Ediciones el Zodíaco para su publicación.
“…El hombre habla con un hilo de voz, le tiembla todo el cuerpo, se estremece, se contorsiona. Respira violentamente con los ojos cerrados, la boca abierta y seca, la cabeza caída. Un temblor más fuerte le recorre el espinazo. Se queja, dice entre dientes algo que no se entiende, y se queda como muerto. Un sudor muy líquido le mana de la frente…”.
Eso fue lo que encontró Annie Salomon, cuyo padre murió hace 35 años, hacia 2011 cuando puso a la venta una casa de campo familiar cerca de Burdeos. Cuando una mañana empezó a limpiar la vivienda encontró un armario de madera con objetos familiares, cajas de fotos y entre esos recuerdos una carpeta marrón que tenía escrito a mano Caminos inciertos, otras anotaciones y por ahí el nombre de Cela. Ella se sorprendió. Cuando abrió la carpeta su corazón pareció palpitar más rápido al ver una serie de folios blancos amarilleados por 60 años. Páginas escritas a máquina con anotaciones, tachaduras, anexos y hojas escritas completamente a mano. No sabía muy bien lo que era. Ella había leído La colmena y sabía que eso correspondía al estilo de Cela. Tres años estuvo pensando qué hacer con ese hallazgo, hasta que en mayo pasado habló con la Biblioteca Nacional de España y tomó un vuelo a Madrid para donar el manuscrito, porque “es un patrimonio cultural y tenía que dejarlo a disposición de los expertos”. Ana Santos Aramburo, la directora, lo aceptó agradecida y ordenó el estudio de autenticidad.
Era, es, La colmena original. Como Cela la concibió. Los pasajes hurtados a la literatura.
Ayer la alegría se notaba en la Biblioteca Nacional. Antes de llegar a los hallazgos y el valor del manuscrito, Sotelo Vázquez hizo un recorrido por los primeros pasos de la obra. Unos 20 minutos de la génesis de esa historia en la que Camilo José Cela relata los escombros de los sueños de los españoles de la posguerra. Fue de los primeros escritores en narrar la realidad del país recién terminada la Guerra Civil. La colmena es un mosaico de la sociedad española en su estado físico, emocional y espiritual. Recrea tres días de 1943 en la vida de más de 300 personajes. La mayoría de ellos de clase media baja y de una burguesía en imparable caída en desgracia. Cela hizo un corte en la línea de vida de España representada en una ciudad a través de esa galería de personas que lo único que tienen en común es la asfixia del presente y la incertidumbre del futuro. Una obra que fue publicada en Buenos Aires en 1951 (también con algunos pasajes censurados por el peronismo) y finalmente en España en 1955.
“…La mujer lo suelta y se tira sobre la cama, boca arriba, con los muslos muy separados, cogiéndose la entrepierna con las manos. Doña Celia sale, desnuda, de detrás de la cortina y se echa sobre Lola, le lame todo el cuerpo. Lola la deja hacer. Se tapa la cabeza con la almohada y se mete un dedo por el culo. Sobre la habitación flota el respirar de las dos mujeres: el de Lola, agotado, ansioso el de doña Celia, que ha caído sobre los baldosines haciéndose una paja…”.
El manuscrito permanecerá en la Biblioteca Nacional. La Fundación Camilo José Cela ha cedido los derechos para su estudio. Marina Castaño y Ana Santos están de acuerdo en hacer una edición completa de La colmena insertando los pasajes inéditos y censurados donde correspondan y según lo había planificado su creador. El texto hallado lo permite porque el escritor señala a qué corresponde cada pasaje. Los expertos titubean. Como poco se haría una edición con estos pasajes en un apéndice. A Castaño le gustaría que la nueva La colmena estuviera lista en 2016 para conmemorar el centenario del natalicio del autor.
La historia que empieza en el café La Delicia, de doña Rosa, guardaba más secretos y verdades que las conocidas hasta hoy. Esa historia con más penurias, más habladurías, más retratos de la Realidad, más deseos, pulsiones y desfogues de la pasión y el sexo y de gente mendigando alegrías está ahora en la cámara acorazada de la Biblioteca Nacional con pasajes desconocidos como este que termina diciendo:.
“…El hombre de los ajos, sucio, derrotado, con la cara sangrante y la ropa rasgada, gime tirado en el suelo.
“Pierrot” araña la puerta de la alcoba, nadie le hace caso…”.
El Pais
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