Este libro está
compuesto por breves ensayos y artículos de prensa en los que el gran
escritor peruano comparte su vida como lector mediante una prosa
admirable, ya sea discurriendo sobre el vasto género de los diarios
íntimos o sobre el papel que le ha tocado a la ciudad de Lima en las
novelas. Flaubert y el bovarismo, el amor a los libros, las alternativas
en que se debate el novelista contemporáneo: el abanico de sus temas es
tan amplio que abarca desde Ovidio hasta los experimentos de OuLiPo,
pasando por la cuentística de Maupassant o los amores en coche presentes
en algunas novelas francesas.
Su inteligencia analógica, proclive a las comparaciones significativas, lleva a Ribeyro a poner en paralelo, por ejemplo, Paradiso, de Lezama, y En busca del tiempo perdido,
de Proust. Escribe tendiendo puentes y estableciendo redes literarias
que, lejos de toda pretensión vana de originalidad, logran demostrarlo
en el gozo crítico de la lectura, a la vez que, modestamente, sin
aspavientos, trazan su propio retrato como uno de los escritores
latinoamericanos más valiosos del siglo XX.
A LA ORILLA DEL MUNDO
DIEGO ZÚÑIGA
DIEGO ZÚÑIGA
El 11 de noviembre de 1955, Julio Ramón Ribeyro anotaba en su diario
personal: "Este año que termina ha sido para mí, desde el punto de vista
literario, un año de infecundidad. [Esto] me hace afrontar con
desconfianza mi destino literario. Debo ahora plantearme esa pregunta
que siempre he temido porque me parece que en su formulación existe ya
el reconocimiento implícito de un fracaso: ¿seré yo más bien un
crítico?".
Ribeyro había llegado a Europa a
fines de 1952. Un año después se había instalado en París y ese 11 de
noviembre de 1955 se encontraba viviendo en Múnich, gracias a una beca.
Se había separado de una mujer hermosa y terrible hacía poco, y pasaba
por una de esas etapas melancólicas y depresivas que marcan varias
partes de La tentación del fracaso, su diario.
Eran tiempos demasiado confusos, inseguros. Ribeyro tenía 26 años y se
sentía perdido, quizás inútil, por no avanzar en la escritura, por haber
perdido a esa mujer. El año anterior -cuando publicó su primer libro de
cuentos, Los gallinazos sin plumas - había sido, según él, el
más importante de su vida. "He conocido la abundancia y la necesidad, la
soledad y el amor, la desesperación y el delirio. Un año de
experiencias profundas y terribles contrastes. He viajado, amado,
escrito, trabajado, leído. No puedo quejarme", apuntaba el 1 de enero de
1955.
Pero ese 11 de noviembre, cuando
llevaba menos de una semana en Múnich, todas las dudas e inseguridades
aparecieron de golpe y lo llevaron a preguntarse, en medio de esa crisis
creativa, si su destino era, acaso, convertirse en un crítico literario
y abandonar todas sus ambiciones como escritor.
Boomerang
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