Ir al contenido principal

"Los libros son más generosos que los hombres"

'Canción de tumba' convierte a Julián Herbert en una de las sorpresas del año.

Una obra maestra hecha a mano en un mundo de reproducciones de plástico". Las palabras que Tony Judt dedicó a El primer hombre, de Camus, servirían para describir Canción de tumba (Mondadori), el libro con el que el mexicano Julián Herbet (Acapulco, 1971) ha ganado el premio Jaén de Novela. Narrador, poeta y vocalista de la banda de rock Madrastras, Herbert cayó en 2006 como una piedra en el estanque editorial español con Cocaína. Manual de usuario (Almuzara), un texto escrito con el mismo cuchillo con el que ahora relata la vida de su madre, prostituta.

La enfermedad terminal de una mujer cuyo primer recuerdo era una paliza fue el detonante de la historia que su hijo empezó a redactar para sobrellevar las noches de hospital. "Tuve que vencer una vergüenza personal y otra literaria", dice el escritor por teléfono desde Saltillo. "Lo autobiográfico tiene esquinas difíciles". "Madre solo hay una. Y me tocó", reza la cita que abre Canción de tumba. Lo que le sigue es un torrente de nomadismo prostibulario, casas malconstruidas por sus propios inquilinos, desahucios y violencia. "Lo malo de ser el hijo de una puta es que, cuando eres niño, muchos adultos actúan como si la puta fueras tú. Mi hermano mayor tuvo que salvarme de ser violado al menos en tres ocasiones antes de que me graduara de primaria", escribe Herbert, que insiste en que su mayor preocupación no fue qué contar sino cómo hacerlo: "No quería hacer una autobiografía sino algo que funcionase literariamente".

Dice el novelista que "todo abismo tiene sus canciones de cuna", y por eso subraya que ha querido huir de la "ideología" del dolor: "El dolor es intransmisible, solo admite cómplices. Plantearse otra cosa solo sirve para hacer novelas chantajistas". Tal vez por eso su libro tiene algo de sangrante canción de amor no exenta de redención. La palabra no le convence: "Redención, no. Uno es mejor o peor escritor por lo que hace con lo que le tocó. Tengo amigos nacidos en familias felices que son grandes escritores por otra clase de cicatrices. No reivindico ni la pobreza ni el sufrimiento. Con cualquier vida se puede construir un universo literario".

Efectivamente, con un estilo como el suyo, daría igual que Julián Herbert estuviera relatando la vida de la Madre Teresa. Para muchos de los que van a sus conciertos, avisa, la literatura es una lengua muerta. La suya, sin embargo, se alimenta de poesía culta, oralidad callejera y anglicismos sin mala conciencia: "No renuncio a la literatura, pero eso hoy significa algo más que escribir bien. Escribir solo para ser comprendido achata el lenguaje, le quita filo. ¿Los anglicismos? En México todo es frontera".

En Canción de tumba la vida de los personajes va acompañada por una decepcionante sucesión de Gobiernos. Así, asoció a López Portillo el desahucio de sus 12 años : "Le tengo un resentimiento infantil. El desamparo vino de un presidente con discurso de izquierdas". De aquel naufragio rescató un libro de Oscar Wilde y admite que la literatura le salvó de "muchas cosas", pero matiza: "Como a cualquiera. Los libros son más generosos que los hombres". Su manuscrito no lo leyó ninguno de los que salen en él. "No lo voy a leer nunca", le dijo su mujer. Es ella la que en un momento del relato le pide: "Cuéntame ahora un recuerdo feliz".

El País

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter

Las muchas lenguas de Kundera

La primera novela de  Milan Kundera ,  La broma,  es la historia de cómo una ironía leída por quien no debería –escribir en una postal “El optimismo es el opio del pueblo”– arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La última,  La fiesta de la insignificancia  –que su editorial en España, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre– relata en uno de sus capítulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se ría a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, cuya existencia podría ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor. Los chistes son un ángulo magnífico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: “Qué hay más frío que el agua fría en Rumania? El agua caliente” “¿Cómo se llama una orq