A lo largo de la conversación, irreverente y sincera, habla de su proceso creativo, de política, de literatura, del futuro del cómic y por supuesto de su American Splendor, la serie autobiográfica que ponía al desnudo las miserias de lo cotidiano con crueldad y cinismo y que supuso una gran revolución en el noveno arte.
Páginas del libro
Me
gusta lo que escribían Julio Verne y C. S. Lewis. Lo que pasa es que no
creo que la fantasía juvenil de evasión deba copar ningún medio: ni el
cómic, ni la novela, ni el cine. ¿Te das cuenta de lo maduras y
sofisticadas que resultan hasta las teleseries de moda como El show de
Mary Tyler Moore o incluso Leave it to Beaver si las comparas
con el cómic mainstream medio? Permíteme que aclare que leo y disfruto
mucha literatura que no es forzosamente realista: surrealismo,
posmodernismo, monólogo interior, absurdo... Pero ¿qué le pueden
reportar a una persona adulta las historietas de Marvel o DC en general?
¿Y qué si tienen su moraleja, muy evidente por lo demás? Se supone que
esas moralejas las aprendías cuando eras niño.
¿De qué va ese proyecto de lectura al que te has referido antes?
Ah,
pues tengo un proyecto en el que llevo trabajando desde 1980 o 1981:
trato de familiarizarme con las que están consideradas como las mejores
obras de ficción en prosa, no solo de Estados Unidos sino del mundo
entero. Me he elaborado una especie de programa. Por ejemplo, leeré
literatura francesa y británica del XIX la literatura francesa y
británica del siglo XX... En ese plan. Con ello pretendo adquirir una
base de literatura. Leeré historia de la literatura para enterarme de lo
que se considera importante, y luego leeré algo de ese tipo, algo de
ese otro y veré qué opinión me merecen. A veces descubriré a gente que
me parece infra o sobrevalorada.
Boomerang
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