A veces las respuestas más interesantes surgen de preguntas aparentemente anodinas. El periodista pregunta:
-¿Y para cuándo vas a publicar la próxima novela del capitán Alatriste?
Y el novelista responde que aún le rondan por la cabeza un par de
Alatristes, pero que ya ha cumplido los 61 años y también tiene en mente
una docena de historias ajenas al capitán. Calcula que sólo podrá
escribir una novela cada dos años. La muerte llegará tarde o temprano,
poco a poco se irá perdiendo lucidez y es preciso elegir entre Alatriste
y las otras novelas.
- Cuando era niño –prosigue el escritor-, mi hermana y mi hermano se
estaban ahogando en la misma playa. Tuve que decidir a quién salvaba.
Pensé: voy a por José María porque es el que está más cerca. Si voy a
por mi hermana, quizás nos ahogamos los tres. Fui a por mi hermano y a
mi hermana se la llevó el mar y después la salvó alguien más adelante.
-¿Tu hermana te lo perdonó?
-Sí, porque mi hermana es como yo. Quiero decir con esto que en la vida hay que elegir.
El sábado por la tarde, Arturo Pérez Reverte presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires su novela El Tango de la guardia vieja,
publicada por Alfaguara, empresa perteneciente al Grupo Prisa, editor
de este periódico. La sala Jorge Luis Borges, la mayor del recinto de la
Sociedad Rural, donde se celebra la Feria del Libro, se llenó con mil
personas. Unas trescientas tuvieron que seguir la presentación desde
fuera sentadas en el suelo y en los bancos, a través de altavoces. “Ha
sido el acto de mayor convocatoria de toda la Feria”, indicó la
directora de la Feria del Libro, Gabriela Adamo. “Ha venido más gente
incluso que en el día de la inauguración, cuando nos visitó J.M. Coetzee. Hizo una noche muy linda y era muy agradable escuchar ese acento español por los parlantes [altavoces]”, añadió Adamo.
La presentación del libro consistió en una entrevista que le hizo a
Pérez Reverte su amigo, “casi hermano”, el periodista y escritor
argentino Jorge Fernández-Díaz. En algunas entrevistas al novelista le
preguntaron por la crisis en España. Y contestó que él no tiene reparos
en criticar duramente el panorama político español, pero cuando se
encuentra fuera de su país prefiere no hacerlo. Le sondearon también por
la situación política de Argentina y respondió que cuando lo invitan a
una casa prefiere no criticar los muebles. Así que Jorge Fernández-Díaz
le preguntó sobre todo lo demás.
-¿Por qué el tango? –le dijo.
-Yo he estado en Buenos Aires hace 20 años. Y una noche bajé a tomar
una copa al bar de mi hotel. Y había una pareja de jóvenes profesionales
bailando. Al terminar sacaron a bailar a una pareja del público. Él
sacó a una mujer de 60 años, de una belleza serena, muy elegante… Me
enamoré de ella.
El tanguero, que era un chico listo, vio que era muy
buena bailando y la dejó lucirse. Me di cuenta de que en el tango parece
que es el hombre el que domina, pero es la mujer la que teje alrededor
de él una telaraña muy interesante. Y después vine otras veces a las
milongas, no para turistas. Y me dediqué a mirar, mirar, mirar… Y
después está mi padre. Tenía muy buena planta y bailaba muy bien. Le
gustaba mucho el tango.
Fernández-Díaz le preguntó por qué tiene tanta importancia la mujer
en sus obras y Pérez-Reverte le dijo que la mujer es el único héroe
posible que todavía puede ofrecer historias nuevas para los narradores.
“Ahora la mujer está siendo cosas que nunca fue, pero aún no ha dejado
de ser coas que siempre ha sido. ¿Cómo hacer compatibles tu instinto,
las costumbres, lo que exigen de ti como madre, esposa, amante… con lo
que te exige la sociedad como trabajadora, luchadora? Nadie ha escrito
sobre la mujer del siglo XXI todavía”.
Arturo Pérez Reverte recordó en varias ocasiones que tiene ya 61 años
y que eso le ha hecho darse cuenta de que muchas palabras que uno
siempre manejó con mayúsculas, como el amor, el honor, la paz, van
perdiendo el tamaño y al final sólo unas cuantas merecen mantenerse en
mayúsculas: dignidad, valor, serenidad, lucidez...
-¿Qué aprendiste de tus años como periodista cubriendo guerras?
-Que nos hemos olvidado de que la vida no es estar aquí conversando
civilizadamente. La vida es comer, abrigarse, no tener frío, preñar a la
hembra o ser preñada por el varón, tener cachorros… Eso implica
crueldad. Yo he visto a Andrómaca despedirse de Héctor con el niño en
brazos. Y he visto al niño llorar porque Héctor lo besaba con el casco. Y
sobre todo, he mirado. Observé que cuando el universo, que es muy hijo
de puta, te aplica sus crueles reglas sin piedad, la única forma que hay
de afrontarlo es la entereza, la serenidad. Toda mi vida y todo mi
trabajo consisten en intentar que mi último tiempo sean serenos.
-Navegas en solitario.
-A veces sí y a veces no. Pero a menudo en solitario. En el mar
descubrí que es el mejor espejo de la vida. El mar no es malo en sí,
pero el viento lo convierte en muy malo. Por eso te obliga a una
continua vigilia, siempre tienes que estar mirando aquella nube oscura a
lo lejos.
–Una vez me regalaste una especie de bola de cristal. Pertenecía al Titanic. Y me dijiste…
-Que cada Titanic tiene su Iceberg. Creo que siempre hay que tenerlo
presento. El mar mata mucho, pero mata sobre todo a los imbéciles.
-También dijiste una vez que respetas a los hombres que son capaces de incendiar algo, aunque sea en la vida cotidiana.
-Yo creo que ningún ser humano es completo hasta que no tiene una
Troya ardiendo a su espalda, hasta que él mismo no ha sido parte de la
trama cruel de lo que es la vida. Somos crueles, egoístas, insolidarios,
violentos… Pero si sobrevives a Troya puedes encontrar media docena de
palabras que te hacen respetar a los seres humanos .
-¿Crees que bailamos bien el tango hoy?
-No sé, ellos sabrán.
Ahí comenzaron los aplausos.
El País
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