Una veintena de escritores opina sobre la supuesta crisis o muerte lenta del género, evocada por Luis Goytisolo en el reciente libro ganador del Anagrama de Ensayo
La muerte de Abel Antonio
en mi tierra la sintieron los
muchachos,
fueron cinco noches que me
hicieron de velorio,
para mis nueve noches todavía
me deben cuatro…
Este comienzo, a ritmo de acordeones, del vallenato juglaresco La muerte de Abel Antonio es una metáfora de la perpetua crisis y fin de la novela
como género literario que se viene cantando con fuerza en este siglo.
Aunque sus letras y sonidos en diferentes voces la acompañan casi desde
su nacimiento, entre los siglos XV y XVI. El penúltimo en analizar y
augurar su declive es Luis Goytisolo en el libro Naturaleza de la novela, reciente ganador del premio Anagrama de Ensayo.
Pero el fin de la novela estaría lejos porque su renovación la
garantizaría su propia naturaleza mutante al adaptarse a cada época como
ha hecho hasta ahora. Esa es una de las conclusiones de una veintena de
escritores de España y América Latina, menores de 50 años, que se unen
al debate abierto por muchos de sus maestros literarios sobre la
extinción de la novela. Para los autores consultados, los augurios
oscuros parecen responder más a una cuestión generacional que son
quienes con cierta regularidad hablan de dicha crisis, acrecentada por
la avasalladora presencia de las tecnologías emergentes, ante lo cual
los novelistas que participan en ese debate creen que lo que los
escritores deberían hacer, si quieren, es sacar provecho de ellas. Otra
cosa es, aseguran, que la novela no tenga en la cultura y la sociedad la
misma influencia de antaño debido a que compite con más manifestaciones
culturales y sociales. Preocupaciones, debates y polémicas cíclicas y
convertidas en un subgénero ensayístico en sí mismo, e incluso en tema
para los novelistas". En palabras de Junot Díaz,
autor de origen dominicano afincado en Estados Unidos y ganador del
Pulitzer, la novela siempre ha estado en crisis pero sin dejar de
avanzar entre la incertidumbre. “Veo la novela como una virus feroz. No
somos capaces de matarla. Cada vez que creemos entenderla cambia
sobrevive”, asegura el autor de Así es como la pierdes.
Pero hay muchos más narradores que no comparten las ideas expuestas
por Goytisolo en su libro, por ejemplo, esta: “En lo que se refiere a la
novela, nos encontramos con que el género ha dejado de renovarse, de
abrir nuevos caminos, y quienes de un tiempo a esta parte empiezan a
cultivarlo no suelen hacer sino repetir fórmulas con mayor o menor
talento. No es imposible que en el futuro alguien escriba una gran
novela, pero sí tan improbable como que en la actualidad alguien
componga una sinfonía equiparable a las de Mozart o Beethoven”, escribía
el autor de La naturaleza de la novela. El escritor barcelonés
echa en falta las grandes arquitecturas novelísticas pero reconoce: “La
novela es un organismo vivo en constante transformación, pero puede
transformarce tanto que se puede convertir en otra cosa, si se lee en
otros soportes o se incluyen otros elementos no tradicionales. Lo que
está surgiendo ahora mismo es otra forma de relato”.
PRÓLOGO
Pobrecita madre mía, / con mi muerte lo mucho que sufriste, /
Abel Antonio no muere todavía,/ Abel Antonio muere cuando Dios lo
necesite…
“La novela nunca ha tenido una esencia ni ha sido un género normativo
y eso es lo que le ha permitido transformarse a través del tiempo y
adaptarse a las distintas épocas y públicos. Además, ha sido uno de los
géneros modernos cuya apertura ha favorecido la integración de las
formas narrativas de la cultura popular (lo sentimental, fantástico,
policiaco...). Lo que ha cambiado es que hoy el libro y la escritura ya
no ocupan el centro de nuestra cultura y que la novela, como los demás
géneros literarios, está aprendiendo a convivir con otras modalidades de
expresión en un nuevo paisaje tecnológico y multimedia. Tengo la
impresión de que, para nuestras últimas hornadas literarias, esta
convivencia con la tecnología multimedia no constituye un verdadero
problema. Hay sin duda algo generacional en esto, pues el problema no se
plantea sino cuando se tiene una visión más tradicional de la poesía o
la novela”, explica el venezolano Gustavo Guerrero,
ensayista y editor de la prestigiosa Gallimard de Francia. Sus opiniones
sirven de antesala a las de los escritores cuyas voces levantan un
atlas del territorio de la novela, con el fondo musical de La muerte de Abel Antonio.
CAPÍTULO I. ACCIÓN. La novela en el cambio de paradigma.
Toda la familia mía, / mi muerte la lloraban con duda, / Abel
Antonio llegó a los cinco días / se ha presentado vivo para levantar su
tumba…
Kirmen Uribe (España): “Siempre he desconfiado de
las lecturas apocalípticas. Mi padre cuenta que cuando era joven, su
abuelo le decía que tuviese mucho cuidado en la calle, con ‘esos carros
sin caballos’. ‘El mundo se ha vuelto peligroso’, le decía”.
Guadalupe Nettel (México): “Mi generación ha visto
tantos fines de tantas cosas que ya no creemos en el final de nada. El
mundo va cambiando y la novela se va adaptando. Otra cosa es que haya
tipos de novela que se escriban menos pero surgen otras formas y no por
ello dejan de ser novelas”.
Oliverio Coelho (Argentina): “La novela conserva su
esencia y cualquier pensamiento apocalíptico al respecto es coyuntural.
El cambio de paradigma tecnológico puede modificar el modo de leer, pero
es prematuro pensar que pueda cambiar, ahora, el modo de escribir
novelas. Es más probable que cierta vuelta a la narración más ambiciosa
operada en series como Mad men, Breaking bad o, Six feet under
intervenga en el imaginario de los escritores e incida en el futuro de
la novela, no extinguiendo la novela, sino dándole un nuevo horizonte
narrativo que la devuelve a su origen totalizador: género capaz de
hilar, bajo el espesor de una voz, vidas, familias, sociedades, procesos
históricos, distopías”.
Juan David Correa (Colombia): “La novela nunca ha
sido un género estático. Su definición está precisamente en su
heterodoxia y diversidad de enfoques. Que ahora quepan cosas del mundo
virtual no quiere decir que estemos ante el abismo, sino todo lo
contrario”.
Rafael Gumucio (Chile): “Goytisolo tiene toda la
razón y está absolutamente equivocado. Es evidente que la novela en
Europa no está en el centro del debate intelectual y moral. No es así en
otros lugares del mundo. En China, en Sudáfrica, en Estados Unidos, en
América Latina, en los suburbios de inmigrantes de Londres, París y
Nueva York la novela es aún la forma principal de contar la historia. La
lista de los más recientes premios Nobel es una prueba: Coeetze, Pamuk,
Naipaul, Muller, Mo Yan, Vargas Llosa. Viejas glorias, talentos
discutibles pero que en general vienen a representar literaturas vivas
en que, para bien o para mal, se escriben novelas”.
II. NUDO. ¿Cuál es el estado de la novela como género? ¿Está en fase de extinción?
Abel Antonio no llores,/ que eso le pasa a los hombres; / Abel
Antonio no te pongas a llorar, / que eso le pasa al que sale a caminar…
Juan Gabriel Vásquez (Colombia): “La novela seria
ha sido ligeramente desplazada a los márgenes de la sociedad. Pero
decir que está en vías de extinción sólo puede ser ignorancia, pereza o
narcisismo: los lectores hemos compartido el comienzo del siglo con Austerlitz, 2666, El atlas de las nubes, Tu rostro mañana, Las benévolas, Anatomía de un instante...
La novela está muy viva. El grito sobre su muerte suele más bien
referirse a la muerte creativa del que lo profiere. Espero que no sea el
caso de Goytisolo”.
Agustín Fernández Mallo (España): “Toda generación
de escritores ya consolidados cree que la historia se termina con ellos,
y toda generación emergente cree que es ella quien lo renueva todo. Y
en parte es verdad. Algo se extingue para que otra cosa emerja. Lo que
está en crisis es un modelo de novela, pero no el género novela. Digo
que está en crisis porque es cierto que la novela ha pasado de ser un
arte hegemónico a una manifestación cultural sin la capacidad de
transformar la sociedad en su conjunto”.
Martín Kohan (Argentina): “Si hay un género que se
alimenta de sus propias puestas en crisis, en lugar de languidecer por
ellas, es la novela. Convertirse en otra cosa es un signo de vigencia,
no de agotamiento”.
Mayra Santos-Febres (República Dominicana): “La
novela no está en fase de extinción, sobre todo en países, culturas y
desde perspectivas que anteriormente se han visto como minoritarias o
incluso como incapaces de gestar literatura. Las mujeres estamos
escribiendo más novelas, de forma diferente, ganando más premios, y lo
mismo los gais, los caribeños y demás hispanoparlantes negros”.
Wendy Guerra (Cuba): “En la medida en que existan
sociedades cerradas donde la información no fluya con facilidad, una
novela pasa como asentamiento reciente de la historia cotidiana. Para
los cubanos es oro molido que sirve como ventana para entender cómo se
come, se ama, se viste y se respira en el resto del mundo”.
Lina Meruane (Chile): “Esta pregunta —¿se acaba o no
se acaba la novela?— parte de una premisa apocalíptica, instalada por
intelectuales que insisten en mirar hacia el pasado en busca de refugio o
de modelo. Contestar a esta pregunta sería caer en las trampas de este
discurso sin salida, sería confirmar o permitir que nos domine un
pensamiento sin imaginación de presente, uno que no comprende que la
escritura es como el lenguaje: fluido, adaptable, fruto de su tiempo”.
III. DESENLACE. Relación con las tecnologías emergentes.
Que caso lastimoso / el que me ha pasado a mí, / para que no le pase a otro, / yo te lo vengo a decir:..
Edmundo Paz Soldán (Bolivia): “El estado marginal
actual de la novela le da mucha más libertad para hacer todo tipo de
exploraciones formales y temáticas. Lo que tenemos que hacer es
enfrentarnos a las nuevas tecnologías, dialogar con ellas, apropiarnos
de algunas de sus estrategias narrativas”.
Pilar Quintana (Colombia). “Las nuevas tecnologías
están abriendo la creación y democratizando el mercado editorial.
Gracias a ellas he podido leer novelas que no se consiguen en mi país y
leer a autores que no son tan conocidos en nuestro medio. He sabido de
autores rechazados por las editoriales que se están autoeditando”.
A. Fernández Mallo: “El campo es enorme. Las
tabletas, por ejemplo, dan la oportunidad al escritor de crear a través
de la palabra, del vídeo, del sonido, convirtiéndose así la obra en un
artefacto aún por definir y el escritor en una especie de compositor que
maneja de manera creativa diferentes lenguajes”.
Pablo Casacuberta (Uruguay): “El desarrollo del cine
y de la televisión coinciden con una explosión de la novela, no con una
merma. Algunas tecnologías, como la rueda o la silla, han cambiado
bastante poco desde su invención, pues satisfacen y definen en forma
simple una necesidad primaria. Creo que la novela pertenece a ese género
de invenciones”.
Nona Fernández (Chile): “Un escritor debiera, lo
mismo que la novela, estar a la altura de su época. La novela tiene
tantas formas que aún desconocemos, que eso la hace seductora”.
EPÍLOGO
Oigan lo que es esto se acaba entre los dos / me gana la muerte o
me la gano yo, / ¡Ay oigan lo que es esto! Se acaba entre los dos, / me
gana la muerte o me la gano yo…
José Pérez Reyes (Paraguay): “Siempre habrá un mundo
entre real y ficticio que construir entre lectores. Aparecerán nuevos
formatos y se irán ampliando con recursos multimediáticos que amplíen la
exploración que una novela pueda sugerir”.
Javier Montes (España): “Lo que está en juego aquí
no es algo relativamente poco importante como la supervivencia de la
novela como forma, sino algo mucho más profundo: la capacidad de los
nativos digitales para el acto de atención exclusiva y prolongada en el
tiempo que supone la lectura de textos extensos, complejos, con
digresiones, referencias, evocaciones imaginarias...”.
Mayra Santos-Febres (República Dominicana): “Si
desaparece la novela a cambio de que más gente tenga acceso al
conocimiento, a los libros, al Saber, pues que desaparezca. Ya nos
inventaremos otra cosa que la suplante”.
Esta muerte se me acumula, / para que este negro muera, / que no me cabe sepultura, / que yo vivo adentro y estoy afuera.
El País
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