Eslava Galán novela la contienda que se desarrolló entre cristianos y almohades. Con las formas de un libro de aventuras, el autor recrea un amor adúltero frente a la ira de Dios.
Desde el mirador del Museo de las Navas de Tolosa, en pleno parque natural de Despeñaperros, se extiende el campo de batalla que aquel lunes 16 de julio de 1212 se vistió de acero y sangre, los de las tropas cristianas lideradas por el rey Alfonso VIII de Castilla contra las huestes almohades del califa al-Nasir, un cruento y desgarrador episodio que enfrentó las dos formas de entender el mundo y la civilización que habitaron la Península durante siglos. Y es sobre este capítulo de la historia medieval sobre el que posa su mirada el escritor Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) en Últimas pasiones del caballero Almafiera (editorial Planeta), cuando se cumplen los ocho siglos de una contienda que "delimitó la historia de Occidente" y quedó marcado para siempre en el devenir de la Reconquista. "Si hubiéramos perdido esa batalla", valora el autor frente al escenario real de pinos, encinas y alcornocales en que se desarrolla la novela, "hoy estaríamos al mismo nivel que Marruecos, y que se interprete eso como se quiera".
Narrada con el sabor añejo que da el relato histórico, con el humor como sello distintivo en su literatura, con el esmero del orfebre que trabaja cada palabra y su sentido, del curioso que rebusca en el legado del castellano, y del amante, al fin, de la escuela cervantina de las letras, la novela traslada al lector a una batalla histórica, sí, pero también al corazón de unos hombres enfrentados a la certidumbre de un fin -la muerte- que se otea cerca. Y como hombres, estos caballeros no estaban despojados de pasiones, de rubores y de afectos. Porque el relato que propone el autor de La mula es también la historia de un hombre enamorado. Almafiera es un caballero cristiano de pasado oscuro que regresa de las cruzadas para reclamar el feudo que le pertenece, "y como tal he querido reflejar en él las virtudes caballerescas que se le suponen", pero "pese a la ira de Dios", como criatura terrenal, Almafiera es también el protagonista de un amor "adúltero" sobre el que pivota este libro que hace la publicación número 74 del autor. Enrolados en la expedición contra los moros que culmina en la batalla de las Navas de Tolosa, el protagonista vivirá una ardorosa relación con doña Eliabel, la mujer de su peor enemigo, una intimidad en la que no ha ahorrado pasajes eróticos: "Si no fuera porque son contados con la voz de un juglar, nunca me habría atrevido a ponerlos por escrito. El amor está contado desde Safo y todo lo que se ha venido contando después son variaciones y ésta es la mía", dice sobre un amorío en medio de las pasiones, la lascivia y los éxtasis -menos divinos que los que cantó Santa Teresa- entre reyes y arzobispos, trovadores y pícaros, ballesteros y mesnadas.
Y entre estos personajes de la época, unos históricos, otros historiados, la figura de Arturo Pérez Reverter, caballero medieval en que Eslava Galán transfigura a su admirado cómplice. En una de las entregas de la célebre saga Alatriste, el cartagenero retrató al jiennense "como un galán de mozas, como un chuloputas de la Alameda", "como él es mucho más caballero -confesó en la presentación de la novela- me ha devuelto el guiño pero convirtiéndome en caballero", celebró el académico, patente de corso aparte, que habla "con pasión" del amigo con el que ha compartido innumerables mesas -de manteles y de libros- pero también "con la lucidez de quien está delante de un escritor perfecto". Para Pérez Reverte, "Eslava Galán es un escritor con las formas de un autor del siglo XIX que cayó en el XX y que aún colea en el XXI", porque, continuó, "Juan es feliz cuando escribe, cuando se documenta, cuando me cuenta lo que leeré en papel impreso dentro de cinco años" y cuando "con la socarronería" que late en todos sus textos "transpira amor por la lengua española".
Eslava Galán, hijo de olivareros y responsable de una extensa y premiada obra ensayística y literaria, es sobre todas las facetas un profundo conocedor de su tierra, de su gastronomía, de su paisanaje y de su pasado. Precisamente a la historia de la provincia de Jaén en el siglo XIII dedicó la tesis doctoral en la que trabajó cerca de 10 años y que hoy, décadas después, sirve de sustento historiográfico a estas Últimas pasiones del caballero Almafiera. Y donde algunos quieran ver una novela oportunista para celebrar el octavo centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, Pérez Reverte valora que se trata de una "novela oportuna" porque "trae hasta nuestros ojos el momento decisivo de la historia de España y de Europa. Recordad que estos eran los nuestros y que lucharon porque hoy nuestras mujeres y nuestras hijas no llevaran velo y hoy comamos cerdo y bebamos vino". Y con el sabor de las viandas medievales de la gastronomía -protagonista sin duda en esta novela sensorial-, Eslava Galán celebró haber presentado el que considera que es "quizás el libro que se acerca más a la idea platónica que tengo de escribir; me considero un artesano, de vez en cuando sale un producto artístico y eso es lo que he intentado" en estas últimas pasiones que, seguro, no serán las definitivas.
diariodesevilla.es
Desde el mirador del Museo de las Navas de Tolosa, en pleno parque natural de Despeñaperros, se extiende el campo de batalla que aquel lunes 16 de julio de 1212 se vistió de acero y sangre, los de las tropas cristianas lideradas por el rey Alfonso VIII de Castilla contra las huestes almohades del califa al-Nasir, un cruento y desgarrador episodio que enfrentó las dos formas de entender el mundo y la civilización que habitaron la Península durante siglos. Y es sobre este capítulo de la historia medieval sobre el que posa su mirada el escritor Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) en Últimas pasiones del caballero Almafiera (editorial Planeta), cuando se cumplen los ocho siglos de una contienda que "delimitó la historia de Occidente" y quedó marcado para siempre en el devenir de la Reconquista. "Si hubiéramos perdido esa batalla", valora el autor frente al escenario real de pinos, encinas y alcornocales en que se desarrolla la novela, "hoy estaríamos al mismo nivel que Marruecos, y que se interprete eso como se quiera".
Narrada con el sabor añejo que da el relato histórico, con el humor como sello distintivo en su literatura, con el esmero del orfebre que trabaja cada palabra y su sentido, del curioso que rebusca en el legado del castellano, y del amante, al fin, de la escuela cervantina de las letras, la novela traslada al lector a una batalla histórica, sí, pero también al corazón de unos hombres enfrentados a la certidumbre de un fin -la muerte- que se otea cerca. Y como hombres, estos caballeros no estaban despojados de pasiones, de rubores y de afectos. Porque el relato que propone el autor de La mula es también la historia de un hombre enamorado. Almafiera es un caballero cristiano de pasado oscuro que regresa de las cruzadas para reclamar el feudo que le pertenece, "y como tal he querido reflejar en él las virtudes caballerescas que se le suponen", pero "pese a la ira de Dios", como criatura terrenal, Almafiera es también el protagonista de un amor "adúltero" sobre el que pivota este libro que hace la publicación número 74 del autor. Enrolados en la expedición contra los moros que culmina en la batalla de las Navas de Tolosa, el protagonista vivirá una ardorosa relación con doña Eliabel, la mujer de su peor enemigo, una intimidad en la que no ha ahorrado pasajes eróticos: "Si no fuera porque son contados con la voz de un juglar, nunca me habría atrevido a ponerlos por escrito. El amor está contado desde Safo y todo lo que se ha venido contando después son variaciones y ésta es la mía", dice sobre un amorío en medio de las pasiones, la lascivia y los éxtasis -menos divinos que los que cantó Santa Teresa- entre reyes y arzobispos, trovadores y pícaros, ballesteros y mesnadas.
Y entre estos personajes de la época, unos históricos, otros historiados, la figura de Arturo Pérez Reverter, caballero medieval en que Eslava Galán transfigura a su admirado cómplice. En una de las entregas de la célebre saga Alatriste, el cartagenero retrató al jiennense "como un galán de mozas, como un chuloputas de la Alameda", "como él es mucho más caballero -confesó en la presentación de la novela- me ha devuelto el guiño pero convirtiéndome en caballero", celebró el académico, patente de corso aparte, que habla "con pasión" del amigo con el que ha compartido innumerables mesas -de manteles y de libros- pero también "con la lucidez de quien está delante de un escritor perfecto". Para Pérez Reverte, "Eslava Galán es un escritor con las formas de un autor del siglo XIX que cayó en el XX y que aún colea en el XXI", porque, continuó, "Juan es feliz cuando escribe, cuando se documenta, cuando me cuenta lo que leeré en papel impreso dentro de cinco años" y cuando "con la socarronería" que late en todos sus textos "transpira amor por la lengua española".
Eslava Galán, hijo de olivareros y responsable de una extensa y premiada obra ensayística y literaria, es sobre todas las facetas un profundo conocedor de su tierra, de su gastronomía, de su paisanaje y de su pasado. Precisamente a la historia de la provincia de Jaén en el siglo XIII dedicó la tesis doctoral en la que trabajó cerca de 10 años y que hoy, décadas después, sirve de sustento historiográfico a estas Últimas pasiones del caballero Almafiera. Y donde algunos quieran ver una novela oportunista para celebrar el octavo centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, Pérez Reverte valora que se trata de una "novela oportuna" porque "trae hasta nuestros ojos el momento decisivo de la historia de España y de Europa. Recordad que estos eran los nuestros y que lucharon porque hoy nuestras mujeres y nuestras hijas no llevaran velo y hoy comamos cerdo y bebamos vino". Y con el sabor de las viandas medievales de la gastronomía -protagonista sin duda en esta novela sensorial-, Eslava Galán celebró haber presentado el que considera que es "quizás el libro que se acerca más a la idea platónica que tengo de escribir; me considero un artesano, de vez en cuando sale un producto artístico y eso es lo que he intentado" en estas últimas pasiones que, seguro, no serán las definitivas.
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