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El cosmos de la memoria

Existe una presencia notoria y en continuo auge, desde aproximadamente el año 2000, de conceptos como memoria y memoria histórica, en los medios de comunicación, académicos, en la sociedad y, en la política española. Ello hace que se haga pertinente, cada vez más, el aproximarnos a la lectura, el debate y la reflexión que debe existir en torno a estos conceptos.

Memoria, del latín memoriae, es la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y se recuerda el pasado. Atendiendo al alcance temporal, existe una memoria a corto y otra a largo plazo. Memoria reciente y memoria lejana. La memoria es la expresión o el resultado de que se ha producido un aprendizaje, es por ello que ambos se suelan estudiar juntos.

En la construcción de la memoria histórica están implicados los agentes tradicionales que elaboran la historia como ciencia, y los agentes sociales y políticos que reivindican su propia identidad.

“De esta manera dura, estrujados contra el fondo, han vivido muchos hombres de nuestros días, pero todos durante un tiempo relativamente breve; por lo que quizás sea posible preguntarse si realmente merece la pena, y si está bien, que de esa excepcional condición humana quede cualquier clase de recuerdo”. Primo Levi

Esta eclosión de masacre que supuso el Holocausto, que hace que millones de seres duden sobre la propia condición humana, que hace que el superviviente se sienta culpable de sobrevivir, que además no quiere, no sabe cómo y si debe trasmitir el recuerdo, el testimonio, a la memoria colectiva de la humanidad, viene a iniciar toda una serie de testimonios y de historiografía basada en la memoria.

La memoria es objeto de estudio de disciplinas como la sociología, la psiquiatría y psicología, la historia. Quizá sea esta última la que más la haya tratado, aunque no siempre establezca con ella buenas relaciones. En un volumen que compendia magnificas reflexiones en torno a la memoria y la historia que se hicieron varios de los más prestigiosos historiadores nacionales e internacionales en un coloquio en 2006, Julio Aróstegui y François Godicheau, en la presentación del libro se preguntan y cito textualmente “Hasta qué punto la memoria y la historia de la Guerra Civil y, en definitiva, la memoria y la historia de todos los hechos traumáticos colectivos, se alimentan, o se traicionan, la una de la otra”.

No solamente en España, en Francia también, es la disciplina de la historia la más cercana a tratar los temas de memoria. Según Marie Claire Labavre, esto se debe a dos razones: bien por que se afirme la separación, la oposición entre las dos nociones y su necesaria distinción, o bien por lo contrario por la implicación de una necesaria compenetración entre estos y su relación con el pasado.

En España, hablar de memoria histórica es, hablar de Guerra Civil y de franquismo. Es hablar de memorias, una la oficial, la que impuso y necesitó el régimen para sustentar su legitimidad y otra la de los que perdieron, los vencidos, los derrotados. Esta, solo pudo expresarse en terreno internacional, los exiliados llevaron, sostuvieron y lucharon por “la otra memoria”.

La Guerra Civil y la “otra memoria” permaneció también y se desarrolló en la España dictatorial de Franco, dormida, en estado latente, a veces sorprendida en su propia pesadilla, pero siempre oculta por el miedo y la falta de libertades.

Sin embargo una vez muerto Franco, eclosiona con un impulso torpe, pero imparable. Surge la “otra memoria” de la guerra, con la muerte del dictador. Pero la memoria, es memoria al fin, y no viene sola. Surge el miedo a los años sangrientos, aún hoy, sobre todo en los mayores, existe el miedo, el trauma de un proceso cruel y sanguinario, pero junto al miedo surge también el deseo de reparación, de reparación humana.

Cuando a Primo Levi le preguntan los escolares en las innumerables visitas que realiza a los colegios para presentar su libro Si esto es un hombre, si siente odio después de todo lo vivido, él comenta que odio no, que lo que no puede es perdonar:

“No, no he perdonado a ninguno de los culpables, ni estoy dispuesto ahora ni nunca a perdonar a ninguno, a menos que haya demostrado (en los hechos: no de palabra, y no demasiado tarde) haber cobrado conciencia de las culpas y los errores del fascismo nuestro y extranjero, y que esté decidido a condenarlos, a erradicarlos de su conciencia y de la conciencia de los demás".

Primo Levi, está pidiendo a gritos: una reparación psicológica. Para poder seguir viviendo necesita oír de los verdugos palabras, necesita de los verdugos que realicen actos, gestos de reparación. Primo Levi para poder soportar la vida, pide oír que estaban equivocados, que se arrepienten de sus actos no humanos. Escuchar de sus labios que cometieron una injusticia execrable, que ningún ser humano puede tratar a otro como ellos lo hicieron.

El trauma que supuso la Guerra Civil no terminará hasta que no se repare a las víctimas. Sean víctimas directas o descendientes.

Primo Levi comienza con su libro Si esto es un hombre (publicado en 1947) la historiografía de testimonios concentracionarios, literatura concentracionaria solemos leer, a mi me gusta hablar de escritos concentracionarios. Testimonios de víctimas de los campos de concentración.

¿Es posible que la memoria personal como víctima se pueda transmitir a los hijos y los nietos? Parece que es lo que ocurre en concreto en el caso español. Es la tercera generación la que reclama la reparación. Se exige una reparación de algo que en ocasiones ni tan siquiera han escuchado, sino que han conocido por medios extra familiares o simplemente descubierto. Hijos y nietos se han agrupado en asociaciones de memoria que, bajo una bandera común de reparación, enarbolan de manera clara la personal de víctima. El trauma colectivo que supuso la Guerra Civil, patente hoy en día, no elimina el trauma individual de víctima, que se transmite de múltiples maneras por línea directa a las siguientes generaciones.

A su vez la memoria de víctima ha transitado por la memoria del historiador, quien escribe la historia mediatizado por la memoria colectiva e individual. Pertenece a un grupo social, e irremisiblemente por tanto, pertenece al grupo de la memoria oficial o al de la “otra memoria”. ¿O es que podemos decir que la producción historiográfica se construye al margen de las memorias?

Las preguntas, los interrogantes de los investigadores de la historia responden a condicionamientos sociales y políticos enmarcados en la sociedad en la que viven. Es por ello que una misma fuente de información utilizada en investigación, puede aportar distintos resultados, no siempre tienen que ser contradictorios, dependiendo de qué se esté buscando, qué preguntas realicemos, o por donde discurra nuestro interés histórico.

María José Turrión García pertenece al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y fue directora del Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH).

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