Su diagnóstico puede valer de resumen de las jornadas. Las librerías clásicas, como hoy las conocemos, tendrán que reinventarse para, literalmente, sobrevivir: en la última década las ventas están estancadas y han caído en picado en los últimos ejercicios: las compras de ejemplares han disminuido el 20% desde 2009, según reflejan las cifras del mismo sector.
“Nuestro negocio está cambiando. Algunas librerías desaparecerán, habrá bajas generacionales y otras tendrán que especializarse, pero queremos seguir vivos”, explicó Antoni Daura, presidente del Gremio de Libreros de Cataluña. Xavi, propietario de la Muntanya de Llibres, en Vic, ejemplificó la pirueta del sector: su tienda, dedicada al alpinismo y los viajes, combina la venta presencial y en la web de ejemplares de libros sobre la materia, novelas de aventuras y mapas, pero también ofrece GPS, material para expediciones y... pulsómetros.
Aun así, el salto hacia lo digital asusta: según Rafel Rovira, de la librería La 2 de Viladrich (Tortosa), el 9% de las librerías medianas y pequeñas no tiene ni correo electrónico. “Hay que salir a YouTube y Facebook para vender”, afirmó Neus Arqués, escritora y analista digital. Propuso que los libreros cuelguen cada día vídeos con recomendaciones y novedades.
El acecho de las plataformas de libros digitales, como Amazon, también sobrevoló el congreso. “Lo veo como una epidemia”, confesó un librero, que pidió anonimato. Lo cierto es que en EE UU el libro digital ya representa el 25% del negocio. El director del Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC), Fèlix Riera, aseguró que la piratería es otro frente que combatir. “De cada dos libros que se descargan en Internet en España, uno es ilegal”, afirmó.
650 tiendas
Para oxigenar el sector, en el congreso se presentaron varias iniciativas: este septiembre se iniciará en la Universidad de Barcelona, a través de través de la facultad de Biblioteconomía y Documentación, un curso dedicado a la profesionalización de los libreros. El ICEC lo subvencionará con 25.000 euros. Además, el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, junto a Riera, dieron a conocer el plan Libreriactiva, para promover la modernización de las librerías y establecer sinergias entre las 650 establecidas en Cataluña.
Con una partida de 275.000 euros, el objetivo es potenciar las nuevas tecnologías, hacer el salto hacia el formato digital y resaltar la importancia de estos establecimientos como primer canal de venta de libros. Frente a los best sellers, catapultados por las grandes superficies, con este plan se pretende comercializar los fondos de las librerías, en especial en catalán.
En la clausura también se presentó Libri data, sistema de gestión de stocks y datos para conocer los ejemplares disponibles en cada establecimiento y que permitan analizar mejor el sector. Lo necesita.
El País
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