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Encuentro con lo infinito

Hermann Broch escribió en pocas semanas de 1933 ‘El valor desconocido’, su novela de más éxito y de la que más tarde renegó.

Solo la indigencia intelectual de nuestra época puede explicar que Hermann Broch siga siendo aún hoy en día el más desconocido de entre los grandes escritores-pensadores del siglo pasado —Kafka, Joyce, Musil o Beckett—. Pues debemos al ímpetu de Broch por hacer de la literatura un instrumento de conocimiento, tan agudo como las ciencias o la filosofía, el habernos dejado novelas que pertenecen a lo más profundo y trascendente de la literatura universal. Toda su escritura, sea narrativa, dramática o ensayística, ronda el misterio de la vida sobre la experiencia de lo infinito dentro de lo finito de la existencia, y sobre el conocimiento irracional —­del arte, de los sentimientos— que siempre está por encima del conocimiento racional.

En El valor desconocido encontramos esta última problemática plasmada en su forma más pura. Un tremendamente serio genio de las matemáticas, en el que Broch ha metido no pocos rasgos de sí mismo, ha puesto su vida al servicio del conocimiento científico. En realidad, sin embargo, el joven Richard Hieck está buscando refugio en las “cosas maravillosamente unívocas” de los números, porque “constituyen una especie de isla de la decencia” que le permiten hacer frente a su miedo ante los aspectos no racionalizables de su vida. Con una buena dosis de humor irónico y una pasmosa penetraciónlógica describe Broch las clásicas angustias del científico enajenado, de las que le rescatan finalmente su asistente, Ilse Nydhalm… y el contacto con la muerte. Porque solo en el encuentro con las últimas cosas —en la morgue, ante el cuerpo inerte de su hermano pequeño— se le revela a Hieck su verdadera tarea.

La palabra de Hannah Arendt sobre Broch como “escritor en contra de su propia voluntad” se confirma de lleno en esta breve novela, escrita en pocas semanas en 1933, de la que renegaba su autor hasta el punto de prohibir su futura reedición. Injustificadamente, como se comprobará, también gracias a la excelente traducción de Isabel García Adánez.

El valor desconocido, el único éxito de público de Hermann Broch en vida, no sólo contiene una sólida reflexión sobre la ética del científico (y del escritor), sino además un muy contenido y hermoso canto a la fuerza integradora del amor.

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