Título original: Le ghetto interieur
Autor: Santiago H. Amigorena
Traducción: Martin Caparros
Editorial: Literatura Random House
Año de publicación:2019
Año de edición :2020
Número de páginas:168
Genero: Ficción, Novela, Literatura, Cultura, Guerra, Historia
“Había vuelto a su prisión: la del silencio —y el juego.”
Haberse sentido en la huida como único remedio frente a lo que se aproximaba la Polonia familiar de un judío, El gueto interior nos cuenta la salida de Vicente Rosenberg de Polonia para ir a para a Argentina en 1928. Una historia conmovedora, intima en extremo con el personaje, un tipo arrojado al confinamiento que la culpa y la impotencia pueden sumir a un ser humano, que la única arma a utilizar es lo que lleva dentro de si, el silencio.
La historia de El Gueto interior cuando va leyendo el libro, puedes notar, que esta comienza en una conversación de padre e hijas, y estas le hacen una pregunta, y sigue en desarrollo cuando a los judíos ante el tribunal le confieren un apellido inspirado en los indios de América del Norte: “Todos los judíos tuvieron que presentarse al tribunal para que les dieran un apellido y el poeta alemán, que debía inscribirlos, inspirándose quizá de los indios de América del Norte, los nombró con metáforas románticas: Árbol Dorado, Lucero del Alba, Bosque de Diamantes —o Rosenberg, Montaña de Rosas.”, y es en este preciso momento, cuando Vicente Rosenberg, quien todas las noches le hacia unos cuentos a sus hijos, y una de ellas le preguntó que como le llamaban antes, ni él mismo Vicente sabía, cual era su nombre, lo cual la única persona que le podía dar respuesta posiblemente era su abuela. Esta pregunta le cambia totalmente el panorama a Vicente Rosenberg: “Estaba inquieto: sabía que quizás no podría cumplir con su promesa. O sea: sabía que podría cumplir la promesa de escribir a su madre para preguntarle cuál era su nombre antes de que los llamaran Rosenberg, pero se decía que seguramente no tendría respuesta.
Dudaba mucho de que ella le contestara, porque que ya hacía meses que no contestaba a ninguna de sus cartas.”
Esta mera pregunta desarticulo las entrañas de Vicente Rosenbeg, del cual debemos decir, que el libro en realidad cuenta la historia verídica del autor quien construye los recuerdos de su abuelo sumido en la culpa, en la depresión silenciosa, en el distanciamiento de sus raíces y en el acomodamiento en América. Su madre había sido confinada en los campos de concentración de Trenblika II, de donde le llegaba algunas cartas expresándole lo difícil de su situación, mientras Vicente vivía en aparente estabilidad, esto produjo en él una bomba mental, al punto de llegar al acto de suicidio: “Vicente buscó una cuerda que recordaba haber visto en uno de esos grandes embalajes de sillas que le habían mandado unos días antes. La encontró y le hizo un nudo corredizo. Enganchó la cuerda en uno de los caños del techo y agarró una silla New Style que formaba parte de un lote de cincuenta que nunca había conseguido colocar. «Brazos cruzados, boca cerrada. No puedo más. Y sin embargo es simple. Terminar. Irme. Desaparecer de una vez por todas. Morir. Morir suavemente. Morir suavemente pero morir por fin. Morir de una muerte suave. Una suave muerte. Mi muerte. Morirme de mi suave muerte». Vicente se subió a la silla y metió el cuello en la soga. «Sí. Sí. Que mi muerte sea suave —aunque me muera».”
En lo personal es un escrito aceptable, una conmovedora novela sobre la memoria, y más que la memoria, el único elemento que tenemos de trasmitir con palabras aquellas escenas que estaban oculta a muchos, el silencio en medio de las ruinas, cuando se es golpeada por la Shoah, como lo fue al familia del autor en Varsovia, y es lo que nos trasmite Santiago Amigorena, una poderosa meditación sobre el exilio y el peso del silencio que bulle en el interior de la familia.
“Salvarse del horror puede convertirse en una condena peor que perder la vida.”
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