Atención lectores de Paulo Coelho.
El nuevo libro del escritor brasileño (Río de Janeiro, 1947) puede
desmenuzarse en tuits y leerse a modo de guía de valores a la que
agarrarse en estos tiempos de depresión. Esa es la propuesta que ha
lanzado el autor a sus seguidores —"17 millones entre Twitter y
Facebook"— en la presentación hoy en Madrid de su nuevo libro, El manuscrito encontrado en Accra
(Planeta). Ejemplo de su pasión por esas redes sociales es que justo
antes de empezar a hablar de su obra hizo una foto a la numerosa prole
periodística presente en la sala y la subió a su cuenta de Twitter.
Después llegaron sus juicios: "Básicamente, el escritor de hoy debe
escribir en las distintas plataformas para compartir mejor su trabajo".
Coelho, de negro de pies a cabeza y mechón blanco en la calva y la nuca, ha trazado en El manuscrito encontrado en Accra una parábola en la que el protagonista, un griego erudito llamado el Copto, álter ego
del autor, contesta a las preguntas que le hacen los angustiados
habitantes de Jerusalén el 14 de julio de 1099, horas antes de que los
cruzados entren a sangre y fuego en la sitiada ciudad. De ahí que el
libro tenga como antetítulo en su cubierta: No hay arma más poderosa que las palabras.
Con frases como "La derrota nos hace perder una batalla o una guerra.
El fracaso no nos deja luchar", se suceden, a modo de bienaventuranzas,
las 176 páginas, con los jerosolimitanos interrogando al Copto sobre la
soledad, la belleza, el amor, el sexo, el miedo… y este regalándoles su
sabiduría, una especie de manual de autoayuda, con "unas respuestas que
fueron válidas hace cinco mil años y lo siguen siendo hoy".
El carioca, que debutó en la literatura con 39 años (El peregrino de Compostela)
escribe "para ser leído". Así de claro. "Lo del escritor encerrado en
su torre de marfil creando grandes ideas ya no existe y si existió fue
siempre falso. Yo quiero que los lectores sepan cómo es mi vida", dice
quien ha vendido "180 millones de ejemplares", con sus obras traducidas a
73 idiomas y publicadas en más de 170 países. Sabe lo que es vender,
quizás por ello asegura que "la gente del negocio editorial no se ha
dado cuenta del cambio radical que vive el libro por los cambios
tecnológicos y las redes sociales".
Escritores reacios a Internet
Para los escritores que "se muestran reacios" a todo lo que huela a
Internet, Coelho, remontándose a Gutenberg, aseveró que "con la imprenta
también se decía que aquello no era literatura, cuando en realidad
permitió que el pensamiento viajara más que nunca". Entre blogs, posts,
tuits y seguidores, Coelho se preguntó a principios de este año:
"¿Dónde están los valores entre tanto avance tecnológico?". Su respuesta
fue escribir el pasado abril este libro, que acabó "en unos días". Es
su primera obra desde que hace casi un año los médicos le sometieron a
un cateterismo que le salvó de la Dama de la Guadaña, como la llama
repetidas veces en El manuscrito...
Hablando de este mundo, Coelho, creyente en la reencarnación, no se
muestra interesado en lograr la felicidad terrenal, "que es algo
estático, parado en el tiempo y en el espacio", sino en conseguir "la
alegría". Así que llega la pregunta inevitable: "¿Es usted un gurú?". Él
lo niega. "Solo soy un peregrino que busca la sencillez en su
escritura". Ese deseo de "ser muy directo", le lleva a contraponerse con
el extremo, el Ulises de James Joyce, "que hizo mucho mal a la
literatura porque nadie lo ha leído pero todo el mundo dice que lo ha
leído". El autor que se hizo mundial con superventas como El alquimista
agrega que después de la novela del irlandés "los escritores olvidaron
la parábola como forma de narrar". Asimismo, recuerda que ya una vez se
metió con el Ulises, del que dijo que solo daba para un tuit, y
los críticos le dieron estopa. "No me entendieron, todos los libros dan
para un tuit".
Metido en esa harina, confiesa que su afán por ser claro al escribir
le lleva a que "las primeras versiones de sus libros sean tres veces más
largas que la final". A ello le ha ayudado "mucho el ordenador", que
cambió su forma de redactar después de años con las máquinas de
escribir. Coelho pone cara de que aporrear aquellos teclados debía de
darle dolores de cabeza. Y como un hábil maestro de ceremonias y seguido
con fervor, decide que tras casi una hora de rueda de prensa ha llegado
el final, a pesar de las preguntas pendientes. Quizás aplica una de las
máximas del Copto: "No intentes agradar a todo el mundo, o perderás el
respeto de todos".
El Pais
Comentarios