Ir al contenido principal

Caballero Bonald, Juan Goytisolo y Brines favoritos hoy al Cervantes

Dos de los escritores que han tenido una participación clave y muy activa en la literatura hispanohablante desde los años cincuenta suenan como principales candidatos a ser distinguidos hoy con el Premio Miguel de Cervantes: José Manuel Caballero Bonald y Juan Goytisolo. En años anteriores, ambos autores han entrado en las deliberaciones del jurado, e incluso llegado, alguna vez, hasta la última votación. Narradores, poetas, ensayistas y muy activos en la prensa escrita, Caballero Bonald (Jerez de La Frontera, 1926) y Goytisolo (Barcelona, 1931) serían las primeras opciones por parte de España de cumplirse la tradición no escrita de la alternancia del premio entre creadores españoles y latinoamericanos, ya que el año pasado el galardón recayó en el poeta chileno Nicanor Parra. Se trata del premio de las letras más importantes de la lengua española y se distingue a toda una obra y aportación literaria.

Junto a estos dos escritores que no han dejado de explorar nuevas formas de escribir y tratar de borrar las fronteras entre los géneros literarios suenan los siguientes nombres: Francisco Brines, Martín de Riquer, Fernando Savater, Eduardo Mendoza o Antonio Muñoz Molina. En esta quiniela también podría estar Javier Marías, si no fuera porque el pasado 25 de octubre rechazó el premio Nacional de Narrativa que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, con el argumento de que desde hace más de diez años ha decidido no aceptar ningún premio oficial. Y el Cervantes también lo concede el Ministerio, desde 1976, con una dotación de 125.000 euros.

Pero como no hay nada escrito sobre la alternancia en el premio, si este año se le concediera a un autor de América Latina, este podría recaer en el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, que acaba de recibir el Reina Sofía de Poesía; la narradora y periodista mexicana Elena Poniatowska; la poeta y crítica uruguaya Ida Vitale; la poeta cubana Fina García Marruz; o el novelista y profesor argentino Ricardo Piglia.

El País

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Las muchas lenguas de Kundera

La primera novela de  Milan Kundera ,  La broma,  es la historia de cómo una ironía leída por quien no debería –escribir en una postal “El optimismo es el opio del pueblo”– arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La última,  La fiesta de la insignificancia  –que su editorial en España, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre– relata en uno de sus capítulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se ría a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, cuya existencia podría ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor. Los chistes son un ángulo magnífico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: “Qué hay más frío que el agua fría en Rumania? El agua caliente”...