El informe encargado por la Justicia chilena a un equipo de especialistas internacionales, reunidos desde el martes en Santiago de Chile, ha determinado que el poeta Pablo Neruda sufría de cáncer de próstata cuando murió en 1973 y que no se encontraron agentes químicos en su cuerpo que permitan concluir que el Premio Nobel fue envenenado.
La historia oficial indicaba que Neruda falleció por cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende. En 2011, sin embargo, el chófer del poeta, Manuel Araya, denunció que fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet mientras estaba ingresado en la Clínica Santa María de Santiago. El Partido Comunista, donde militaba el escritor, presentó una querella para esclarecer las causas de su muerte y la Justicia chilena abrió una investigación. El cuerpo fue exhumado el pasado 8 de abril, en Isla Negra, una localidad costera a 100 kilómetros de la capital.
Patricio Bustos, director del Servicio Médico Legal chileno, a cargo de coordinar al equipo, ha explicado que los exámenes practicados a los restos de Neruda determinaron que el Nobel tomaba medicamentos para combatir el cáncer de próstata, que no se encontraron agentes químicos en su cuerpo y que no existe evidencia de que el escritor haya muerto por causas diferentes a su enfermedad. Los especialistas han señalado que se utilizó toda la tecnología disponible a nivel mundial y que el estudio fue especialmente complejo por tratarse del cuerpo de una persona que falleció hace 40 años.
“Hemos llegado a una conclusión técnica y científica que se debe complementar con la investigación judicial. La verdad final la determinará el juez Mario Carroza”, ha señalado el forense español Francisco Etxeberria, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco. El experto que ha participado en la investigación sobre la muerte del expresidente Salvador Allende y el cantautor Víctor Jara ha recalcado que la conclusión del equipo científico fue unánime.
El informe encargado a este equipo multidisciplinario constituye una prueba trascendente para el magistrado Carroza, que esperaba hace siete meses las conclusiones de los expertos españoles, estadounidenses y chilenos. El juez a cargo de la investigación, sin embargo, ha aclarado que seguirá adelante con las investigación: “El expediente del caso Neruda no se va a cerrar mientras existan ciertas dudas y, si es necesario, se realizarán nuevas pericias durante el tiempo que sea necesario”.
El chófer de Neruda dijo que lo mataron con una inyección
Carroza se refiere a las sospechas que todavía mantiene tanto el Partido Comunista como el sobrino de Neruda, Rodolfo Reyes, que después de conocer el informe han reiterado su convicción de que el Nobel fue envenenado por el régimen de Pinochet. “Pudiera ser que, por el tiempo transcurrido, no haya constancia de determinadas sustancias que le fueron inyectadas a Neruda. Hay elementos, como el gas sarín, que con los años desaparecen. El mérito del proceso nos tiene convencidos de que el escritor fue asesinado y el caso no se cierra con este informe científico”, ha indicado el abogado comunista, Eduardo Contreras.
La Justicia chilena, a petición de los querellantes, ha encargado paralelamente un estudio de ADN para determinar que los restos que se analizan correspondan efectivamente a los de Neruda. Los resultados se conocerán en los próximos días, ha explicado el ministro Carroza, pero son independientes del informe científico que se ha conocido esta mañana en Santiago de Chile.
El chofer chileno que trabajó con Neruda durante sus últimos meses de vida explicó en 2011 que el Nobel fue asesinado por tratarse de una figura mundial que iba a organizar la resistencia a Pinochet desde el extranjero. “Después del 11 de septiembre, el poeta iba a exiliarse en México junto a su esposa Matilde. El plan era derrocar al tirano desde el extranjero en menos de tres meses. Le iba a pedir ayuda al mundo para echar a Pinochet. Pero antes de que tomara el avión, aprovechando que estaba ingresado en una clínica, le pusieron una inyección letal en el estómago”, dijo Manuel Araya.
El Pais
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