Ir al contenido principal

Savater: “Ya no se distingue entre categorías culturales”

La suspensión de un festín de la Cultura, ofrecido por la presidenta de la república isleña de Santa Clara, más conocida como la Princesa, por la nube de cenizas de un volcán da pie a una serie de reflexiones sobre educación, la cultura, teología, el País Vasco y la cocina moderna en Los invitados de la princesa, la última obra del escritor y filósofo Fernando Savater (San Sebastián, 1947), Premio Primavera de Novela 2012. Durante la presentación del libro en Bilbao ayer, Savater criticó que cuando se habla de cultura en el sentido humanístico del término, “se valora lo mismo al señor que hace un grafiti en el suelo de una estación con una tiza que a Leonardo Da Vinci o a un gran escritor”.

Savater cuestiona en su obra algunas “supersticiones” actuales, como la de convertir la cultura en motor del turismo y la de considerar la gastronomía como una expresión cultural “superior y extraordinaria” y a los cocineros, como los “regidores” de ese mundo. Cuestionado por la capitalidad cultural de San Sebastián en 2016, el filósofo donostiarra señaló que “lo fundamental es que la cultura sea importante y se valore en todo momento y a todas horas, no solo en los festines culturales y, sobre todo, no solo cuando resulta rentable desde el punto de vista económico”. Asimismo, dijo echar en falta en el vídeo promocional de la candidatura a los “auténticos intelectuales que conozco, incómodos y no muy valorados en San Sebastián, como Fernando Aramburu”.

Tras reconocer que en la actualidad “cultura es todo, lo bueno y lo malo”, el intelectual vasco consideró, “sin dramatismos”, que se vive “una pérdida de categorías culturales, del equilibrio entre la importancia de las distintas expresiones culturales”.

Preguntado sobre la situación actual de la educación en España, con los recortes que el Gobierno planea en esta materia, Savater manifestó que “una buena educación siempre es cara y los países pagan aún más caro no tener una buena educación”, apuntó.

Savater también se mostró crítico con el momento que atraviesa la literatura ya que, en su opinión, se vive una época en la que “lo que se valora más son esas novelas que mezclan realidad y ficción. La gente parece que lee las novelas para completar su bachillerato”.

El País

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter

Las muchas lenguas de Kundera

La primera novela de  Milan Kundera ,  La broma,  es la historia de cómo una ironía leída por quien no debería –escribir en una postal “El optimismo es el opio del pueblo”– arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La última,  La fiesta de la insignificancia  –que su editorial en España, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre– relata en uno de sus capítulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se ría a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, cuya existencia podría ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor. Los chistes son un ángulo magnífico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: “Qué hay más frío que el agua fría en Rumania? El agua caliente” “¿Cómo se llama una orq