Camino de Aranjuez, Ernest Hemingway se detiene y recoge a una mujer accidentada
En la noticia de ABC del 30 de enero de 1954 sobre su accidente aéreo, el escritor y periodista Fernando Vizcaíno Casas aprovechó para contar la conversación que había tenido con el norteamericano meses antes en la plaza de toros de Valencia.
Ernest Hemingway no asimiló bien el fin de los disparos en Europa y buscó en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial el peligro que ya no podía hallar en los campos de batalla. Cazando, pescando, toreando, viajando, bebiendo, estrellándose… En el año 1954, sufrió un accidente de avión en la jungla africana. Malherido, el novelista fue rescatado por un avión que también se accidentó poco después.
En ese mismo viaje sufrió un envenenamiento de la sangre durante un safari. «Soy escritor y he tenido una existencia por demás literaria. Ahora sólo me resta confiar en una muerte también literaria», confesó a ABC en 1954. Esta serie de catastróficas desdichas en África sirvió de simulacro de su muerte, ensayo de necrológicas en prensa y de vaticinio de lo que ocurriría, y se escribiría, siete años después.
En la noticia de ABC del 30 de enero de 1954 sobre su accidente aéreo, el escritor y periodista Fernando Vizcaíno Casas aprovechó para contar la conversación que había mantenido con el norteamericano meses antes en la plaza de toros de Valencia. «Iba sin afeitar, aunque en días posteriores pude convencerme de que el novelista americano tiene un concepto muy personal del rasurado —quizá como consecuencia de sus muchas jornadas en la selva— y por ello siempre da sensación de estar afeitado con dos días de retraso», describió sobre un Hemingway que «bebió mucho y aplaudió poco».
Cine, toros y Guerra Civil
Ambos escritores tuvieron ocasión de hablar de literatura, aventuras y, sobre todo, de toros. Hemingway mostró su gran preferencia por Joselito y Juan Belmonte, negó que el protagonista de ‘Muerte en la tarde’ estuviera basado en Cayetano Ordóñez y reconoció que no había llegado a ver torear a Manolete.
Allí, Hemingway anunció a Vizcaíno Casas su próximo viaje a África:
—Marcho a Uganda este invierno —explicó—, para poder cultivar una de mis aficiones predilectas: la caza mayor. África es, además, una fuente inagotable de temas literarios. Espero que de esta excursión salga también otra novela. Y, desde luego, muchas peripecias interesantes.
—Le entusiasma la aventura, ¿no es así?.
—Toda mi vida ha sido una aventura, una gran aventura. Por eso creí siempre que en ella encontraría la mejor base para una novela, y ‘Las nieves de Kilimanjaro’ recoge muchos aspectos de mi experiencia
personal.
En aquella entrevista en Valencia, el escritor español pudo ver el original de la nueva novela de Hemingway, ‘El viejo y el mar’, a la sazón una de sus obras más reconocidas, y charlar sobre autores locales. El norteamericano elogió a Pío Baroja, Blasco Ibáñez y Galdós, pero confesó que no conocía a los más jóvenes. Sobre las adaptaciones cinematográficas de sus obras, el novelista no se mostró muy favorable:
–No me gusta casi ninguna de las películas que han hecho sobre obras mías. Y es que el cine desnaturaliza la obra literaria.
El momento más tenso de la charla orbitó en torno a su apoyo a la República durante la Guerra Civil, que el autor del reportaje calificó de una «extrañeza» por parte de «aquel hombre sano, inteligente y correcto». A la hora de intercambiar regalos, Vizcaíno Casas entregó uno de sus libros con una «dedicatoria, quizá atrevida», en forma de reproche al protagonismo heroico de los republicanos en la novela ‘Por quién doblan las campanas’:
« Para Ernest Hemingway, con la admiración de un español por quien no doblaron las campanas».
Hemingway la leyó demasiado serio, y luego cerró el libro. Moriría el 2 de julio de 1961 en Sun Valley tras pegarse un tiro en la cabeza.
Fuente:abc.es
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