CINTA ARRIBAS
La literatura en español se suma a la tradición editorial de la brevedad, arraigada en países como Francia, Italia y Alemania. Nuevas apuestas y colecciones clásicas o recuperadas animan el panorama.
Mercado difícil
La tendencia puede deberse a “la nostalgia del núcleo, de lo comprimido, que hace que nos retrotraigamos a algo cerrado, compacto y limitado, en respuesta al mundo disperso que se vive en la red”, reflexiona José Ovejero. El narrador, ensayista y poeta español lo ha hecho con Humo (Galaxia Gutenberg), una novela que toma el pulso de un tema del presente: la capacidad de supervivencia de unas personas aisladas en una cabaña que, en plena naturaleza, se ven cercadas por una nueva realidad.
Ofelia Grande, editora de Siruela, cree por su parte que son piezas que funcionan como “una invitación a saber un poco más sobre algo, lo que puede abrirte muchas puertas, animarte a leer más de ese autor o del tema en otros libros”. Su sello cuenta con una de las colecciones en este formato más antiguas y exitosas: Biblioteca de Ensayo / Serie Menor, nacida en 1994. Pensar y debatir sobre la actualidad es, por su parte, la filosofía de la colección Cuadernos de Anagrama, recuperada en 2017. Silvia Sesé, su editora, dice que este interés renovado se debe al “entusiasmo por una colección muy versátil para formar parte de la conversación general sobre temas que interesan”.
Fondo y forma de estos libros se funden en Minúscula desde 1999. Su responsable, Valeria Bergalli, explica: “No es tanto una preferencia por este formato (publicamos también libros extensos), sino que entendemos que este no tiene por qué limitarse a determinados textos (como una conferencia, un artículo largo, una pieza sobre un asunto de actualidad)”. Aclara que cualquier texto puede ser publicado así, también la narrativa. Es más, agrega, “las nouvelles, por ejemplo, a veces brillan más en toda su singularidad que publicadas junto con otros textos del mismo autor o autora”.
Paca Flores, editora de Periféricaa
El mercado español siempre se lo ha puesto algo más difícil a estas obras, lamenta Paca Flores, editora de Periférica, que también apostó desde los inicios por las historias cortas. No tiene claro si se debe “a una cuestión de desconfianza o tal vez a que por el mismo esfuerzo se prefiere enfocar las energías hacia libros cuyo margen de beneficio sea más sustancioso. El caso es que en España, hasta ahora, se ha visto menos como un mérito que lo contrario”. Flores va más allá: “Si se da por cierto el análisis que señala que hoy se ven más series de televisión que películas, el libro breve viene a colmar ese mismo tipo de inclinación”
Distintos pulsos creativos
Pero un libro breve, ¿nace o se hace? ¿Se planifica así desde el principio o se impone? La mexicana Fernanda Melchor firma Paradais (Literatura Random House), concebida desde el principio como obra corta. De este formato le interesa su contundencia, “el reto técnico de decir lo que se quiere decir en un espacio reducido”. “La brevedad permite una concentración de forma y material que en novelas más extensas se diluye”, aclara. “Sus reglas de confección son distintas, lo mismo que la experiencia de leerlas”.
El caso del guatemalteco Eduardo Halfon, que publica Canción (Libros del Asteroide), es diferente. Sus novelas suelen ser breves sin que las planifique. Se abren así ante él a medida que escribe. “La extensión se impone”, revela Halfon, que en Canción se adentra en la historia violenta de su país. Cree que en su caso el apelativo de novela corta “es insuficiente, aun engañoso, pues está mucho más próxima al cuento que a la novela. No por el número de páginas, sino por su ímpetu y contención, por su eficiencia. Una novela corta se lee o se debe leer con la intensidad y trepidación de un cuento”.
El poeta español Javier Santiso ha debutado en la novela con Vivir con el corazón (La Huerta Grande), 123 páginas sobre Van Gogh. Confiesa que es un gran lector de novelistas y estilistas del formato, como Pierre Michon, Annie Ernaux o Marie-Hélène Lafon: “Me gusta la prosa de intensidad, que sea nitroglicerina, escritura de impacto, que te deje tumbado y vuelva a levantar. Escribir bordeando el acantilado, con la respiración cortada porque te quedas sin aliento, porque una historia, una vida, un trazo, un estilo, te dejan, eso, tumbado”.
Esta temporada hay mucho donde elegir, con autores como Edgardo Cozarinsky, Milena Busquets, Chico Buarque, Margarita García Robayo, Luis Felipe Fabre, Fernanda Trías, Alejandro Morellón, Luna Miguel, Esther García Llovet, Julieta Valero, Paula Farias, José Ignacio Carnero… Tutelados por dos clásicos contemporáneos: Albert Camus y la nueva traducción de El extranjero y Gabriel García Márquez con los 40 años de Crónica de una muerte anunciada y los 60 de El coronel no tiene quien le escriba: “El coronel destapó el tarro de café y comprobó…”.
Fuente:elpais.com
Comentarios