Autor: John Banville
Traductor: Javier Calvo
Editorial: Alfaguara
Año de publicación:1989
Año de edición :2014
Número de páginas:240
Genero: Novela, Clásico, Ficción, Misterio, Crimen, Contemporánea
“Pero no, no son solo las drogas. Ha desaparecido algo esencial, nos han arrancado la esencia. Ya no somos del todo humanos. ”
Para hacer posibles las reflexiones criminológicas del personaje esta novela, que nos lleva al asombro e inquietante relatar en primera persona es transitar por lo irónico de la vida misma, quien desde la cárcel confiesa un asesinato, un crimen el cual no fue movido por la codicia, la venganza o cualquier otro motivo, más bien es un asesino movido por el accidente de un hecho. Freddie Montgomery, un talentoso científico, tras ser detenido secuencia las debilidades y vulnerabilidades del hombre ante un interrogatorio del cual no tiene más escapatoria que sentirse culpable. Imagina sus declaradas cavilaciones ante la corte.
“No es fácil esgrimir un martillo dentro de un coche. Al darle el primer golpe esperaba oír el chasquido agudo y definido del acero sobre el hueso, pero fue más parecido a machacar barro o masilla endurecida. En mi mente apareció la palabra fontanela.”
Como diría Jean Baudrillard en El crimen perfecto: “Si no existieran las apariencias, el mundo sería un crimen perfecto, es decir, sin criminal, sin víctima y sin móvil. Un crimen cuya verdad habría desaparecido para siempre, y cuyo secreto no se desvelaría jamás por falta de huellas.” Las apariencias de este personaje se cubren en el mismo hecho del auto engaño, pues no siempre lo que parece ser por la impresión que nos da, mas bien es un monologo del cuan nos damos cuenta cómo va tejiendo lo que deviene a ser. Un tipo que se mete en un lio de maleantes, pues al tomar un dinero prestado, no puede pagarlo, no tiene más salida que irse corriendo, pero vaya decisión, sino que tuvo dejar a su familia en mano de los maleantes para regresar a Irlanda con el fin de recaudar fondos como intercambio. Es aquí donde comienza la gran tormenta, cuando se roba un cuadro a la luz del día en la casa de un amigo, pero llevándose de paso a la sirvienta, la mata. La muerte de esta sirvienta es el móvil acusatorio que lo lleva por los devaneos de sentirse condenado, pero este condenado insiste en tener un trato justo, vaya ironía de la vida.
Es un texto que nos recuerda a El Extranjero de Albert Camus, quien va de la mano con el personaje de un asesino sin sentido, un personaje que a todas luces se siente extraño en este mundo, quien busca las respuestas apropiadas para salir de debajo de una roca, pero motivado en la decisión de plasmar su historia en el papel porque teme que no se le permita declarar, y eso no lo ve bien "No es justo. Incluso un perro como yo debe tener su día». Mientras Meursault vaga por la vida condenado por no llorar en el funeral de su madre, Freddie va de un lado a otro con el asombro entumecido de un amnésico. Un personaje que ya nada le importa de la vida, ni el sufrimiento humano, un espíritu oscuro "Me sentí como el héroe lúgubre de una novela rusa".
Es un buen libro, donde este desgraciado personaje, desde la primera página te vas identificando con él, un personaje que nada se le escapa, todo lo detalla, ama la ginebra, odia a los perros y los bigotes, desea a su esposa junto a su mejor amiga. Rencoroso, burlón, con un destello de humor mordaz. "Había algo en estar esposado que me pareció casi relajante, como si fuera un estado más natural que el de la libertad sin trabas". Esta viene a ser la primera novela de la Trilogía Freddie Montgomery: El libro de las pruebas, Fantasma y Atenea.
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