Un análisis de la inasible naturaleza del poder en nuestros días, ¿cada vez más difícil de jercer y más fácil de perder?
«El fin del poder cambiará tu manera de leer las noticias, tu manera de pensar en política y
tu manera de mirar al mundo.» Bill Clinton
tu manera de mirar al mundo.» Bill Clinton
«Este libro fascinante debe provocar un debate sobre cómo gobernar un mundo en el que cada vez participan más personas.» Foreign Affairs
El
poder está cambiando de manos: de grandes ejércitos disciplinados a
caóticas bandas de insurgentes; de gigantescas corporaciones a ágiles
emprendedores; de los palacios presidenciales a las plazas públicas.
Pero también está cambiando en sí mismo: cada vez es más difícil de usar
y más fácil de perder. El resultado, como afirma el prestigioso
analista internacional Moisés Naím, es que todos los líderes tienen
menos poder que sus antecesores, y que el potencial para que ocurran
cambios radicales y repentinos sea mayor que nunca. En El fin del poder,
Naím describe la lucha entre los grandes actores antes dominantes y los
nuevos micropoderes que ahora los desafían en todos los campos de la
actividad humana.
La energía iconoclasta
de los micropoderes puede derribar dictadores, acabar con monopolios y
abrir nuevas e increíbles oportunidades, pero también puede conducir al
caos y la parálisis. A partir de estudios nuevos y provocadores y de su
experiencia en asuntos internacionales, Naím explica cómo el fin del
poder está remodelando el mundo en que vivimos.
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La degradación del poder
Este es un libro sobre el poder.
En concreto, sobre el hecho de que el poder -la capacidad de lograr que otros hagan o dejen de hacer algo- está experimentando una transformación histórica y trascendental.
El
poder se está dispersando cada vez más y los grandes actores
tradicionales (gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, etcétera) se
ven enfrentados a nuevos y sorprendentes rivales, algunos mucho más
pequeños en tamaño y recursos. Además, quienes controlan el poder ven
más restringido lo que pueden hacer con él.
Solemos
malinterpretar o incluso ignorar del todo la magnitud, la naturaleza y
las consecuencias de la profunda transformación que está sufriendo el
poder en estos tiempos. Resulta tentador centrarse exclusivamente en el
efecto de internet y las nuevas tecnologías de la comunicación en
general, en los movimientos del poder en una u otra dirección o en si el
poder «blando» de la cultura está desplazando al poder «duro» de los
ejércitos. Pero estas perspectivas son incompletas. De hecho, pueden
enturbiar nuestra comprensión de las grandes fuerzas que están cambiando
la forma de adquirir, usar, conservar y perder el poder.
Sabemos
que el poder está fluyendo de quienes tienen más fuerza bruta a quienes
tienen más conocimientos, de los países del norte a los del sur y de
Occidente a Oriente, de los viejos gigantes empresariales a empresas más
jóvenes y ágiles, de los dictadores aferrados al poder a la gente que
protesta en plazas y calles y, en algunos países, hasta comenzamos a ver
cómo va pasando de hombres a mujeres y de los más viejos a los jóvenes.
Pero decir que el poder está pasando de un continente o de un país a
otro o que está dispersándose entre muchos actores nuevos no basta. El
poder está sufriendo una transformación fundamental que no se ha
reconocido ni comprendido lo sufi ciente. Mientras los estados, las
empresas, los partidos políticos, los movimientos sociales, las
instituciones y los líderes individuales rivalizan por el poder como han
hecho siempre, el poder en sí -eso por lo que luchan tan
desesperadamente, lo que tanto desean obtener y conservar- está
perdiendo eficacia.
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