Ir al contenido principal

Antón Chéjov, el relojero

Si el alma fuera un reloj, Chéjov sería el relojero. Alguien que conoce perfectamente sus entrañas y que sabe cómo es cada una de sus piezas y cómo funcionan sus engranajes. Lo que hizo a lo largo de su vida fue estar metido dentro, contando lo que ocurre, cómo opera ese mecanismo y qué sucede con esas criaturas condenadas un día a morir y que, mientras tanto, se afanan en ir llenando el hueco de las horas. Páginas de Espuma, con edición de Paul Viejo, se ha embarcado ahora en publicar en cuatro volúmenes, de unas 1.200 páginas cada uno, sus cuentos completos. El primero está a punto de llegar a las librerías: reúne 240 piezas de su primera época.
 Chéjov no fue solo escritor, sino también médico, así que al conocimiento de las tormentas espirituales añadía una fina percepción sobre la salud física. Nacido en 1860 en Taganrog, publicó su primer cuento cuando tenía 20 años. Desde entonces ya no paró hasta morir de tuberculosis, en 1904, en Badenweiler. Todos los cuentos y piezas cómicas que escribió hasta 1882 aparecieron firmados con seudónimo y solo a partir de 1883 utilizó su nombre. Publicó su primer libro en 1884: Cuentos de Melpómene. En el relato que Raymond Carver dedica a sus últimos días,Tres rosas amarillas, recoge un comentario que Chéjov hizo tras una visita de Tolstói. Puesto que no tenía “una visión de la vida”, tenía que conformarse con describir la forma en que sus personajes “aman, se desposan, procrean y mueren. Y cómo hablan”. Eso fue lo que hizo.
Para Paul Viejo, el gran desafío de reunir los cuentos completos es ofrecerle la oportunidad al lector español de seguir la evolución de Chéjov de manera cronológica. “Ahora por fin se puede ver cómo fue creciendo y convirtiéndose en ese maestro absoluto que nos fascina en sus obras más redondas”. ¿Inéditos? “Sobre todo de la primera época”, explica. “Hay unos 60 textos que es prácticamente seguro que no se han traducido nunca, aunque podrían llegar a 90: no es fácil comprobar si a alguien no se le ocurrió hacer la versión de una pieza para una revista, pongamos, de Paraguay. Chéjov tuvo que amoldarse al espacio que le ofrecían los medios donde publicaba: 15 líneas…, pues cuentos de 15 líneas”. ¿Y las traducciones? “Su obra se ha traducido muy bien en España, por lo que, más que encargar una nueva versión de los casi 650 cuentos que reuniremos finalmente, hemos creído que era una buena idea juntar también a todos sus traductores. Digamos que estos cuatro volúmenes son también una historia de la traducción de Chéjov en España: los pioneros, los que lo llevaron al gran público, los que se incorporaron después y los más recientes, entre los que me incluyo”.

Chéjov, ese endemoniado y preciso relojero, supo dar cuenta de cada uno de los sutiles dilemas morales a los que se enfrentan los hombres, pero lo hizo atrapando las cosas que suceden en cada momento, las pequeñas y enormes calamidades, los júbilos y placeres. Vivía en Moscú cuando, en parte por las dificultades económicas de su familia, decidió enviar algunos de sus relatos a las revistas de entonces. Su prioridad era la medicina, pero no le venían mal los cinco kopecs que pagaban por cada línea. Por fin La libélula le aceptó una de sus piezas. Carta a un vecino erudito, el texto que abre este volumen, muestra las ínfulas de un viejo suboficial cosaco que le escribe a un científico que se ha instalado en el vecindario. “Si el hombre”, le dice, “procediera de un simio tonto e ignorante, tendría rabo y una voz salvaje”.
La brevedad, un punto de humor y salvar los escollos de la censura. Si Chéjov aceptaba esas reglas de juego tendría sus kopecs. Las aceptó. Una gran parte de los textos de sus primeros años tienen un aire juguetón, bromista, desenfadado. Simula los ejercicios de una colegiala, habla de los temperamentos, parodia los anuncios de aquella época, escribe las divagaciones ociosas de un cadete, resume una vida a través de preguntas y exclamaciones. Desde el principio emergen ya esos personajes que tan bien supo trazar con dos pinceladas y, poco a poco, entre los pliegues de cada sonrisa se introduce una minúscula sacudida.

En 1882 quiso hacer una antología con sus mejores textos, pero aquel libro,Travesura, no llegó a publicarse nunca. Su título revela sus maneras de entonces. Poco a poco, sin embargo, fue haciéndole más sitio al dolor, a la tristeza, a la piedad. Flores tardías, de ese año, ya contiene el pulso firme de un maestro: la decadencia de la familia de un príncipe, el triunfo del descendiente de uno de sus siervos, el hijo díscolo y la hija enamorada, y una pasión que surge tarde y que resulta inútil. El joven Chéjov de este primer volumen de sus obras completas anuncia al que vendrá después. Es fácil reconocer ya las finas habilidades de ese relojero, que ajusta con precisión los engranajes para marcar con exactitud los temblores del tiempo que pasa.
El Pais

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter

Las muchas lenguas de Kundera

La primera novela de  Milan Kundera ,  La broma,  es la historia de cómo una ironía leída por quien no debería –escribir en una postal “El optimismo es el opio del pueblo”– arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La última,  La fiesta de la insignificancia  –que su editorial en España, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre– relata en uno de sus capítulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se ría a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, cuya existencia podría ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor. Los chistes son un ángulo magnífico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: “Qué hay más frío que el agua fría en Rumania? El agua caliente” “¿Cómo se llama una orq