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Baviera lucha contra ‘Mi lucha’

Alemania y el ministerio de Finanzas del estado de Baviera tienen un problema. Un problema que se originó cuando un pintor frustrado decidió convertirse en dictador. En dictador y en autor de un libro maldito que sigue causando dolores de cabeza a los funcionarios de ese ministerio de Finanzas bávaro. El motivo: una sentencia que se dictó en Múnich en 1948 para castigar la memoria del funesto Führer. El 15 de octubre de ese año, el juez señaló que no era necesario mencionar las razones para declarar culpable al ex dictador y sentenció que todos sus bienes en Baviera, incluidos los derechos de autor de su libro, debían ser confiscados y pasar a manos de la administración bávara.
La sentencia convirtió al ministerio en propietario de los derechos de autor de Mein Kampf (Mi lucha), que pertenecían a la editorial del Partido Nazi, Franz Eher, y obligó a los funcionarios ministeriales a llevar a cabo una cruzada para impedir que la obra de Hitler volviera a ser editada en el planeta tierra. Una tarea que volvió a cobrar actualidad el martes pasado a causa de una decisión por sorpresa del gobierno bávaro, que aplastó un largo y exhaustivo trabajo de investigación que está llevando a cabo el prestigioso Instituto de Historia Contemporánea de Múnich.
Los derechos de autor de Mi lucha caducan el 31 de diciembre de 2015,una fecha que hará posible que el libro entre en el dominio público y pueda volver a ser imprimido. Para evitar nuevas ediciones financiadas por partidos de extrema derecha en Alemania, el Instituto muniqués logró obtener, en 2012, un permiso del gobierno bávaro para publicar una ambiciosa edición comentada del libro maldito.

Odioso legado

Adolf Hitler escribió su libroMein Kampf en 1924, como una combinación de ingredientes autobiográficos y exposición de las ideas propias de la ideología nacionalsocialista.
Cuando Hitler llegó al poder en 1933, las cifras de difusión del libro se dispararon hasta alcanzar el millón de copias.
Al término de la II Guerra Mundial, la difusión del libro en Alemania superaba los 10 millones de copias.
En1948, una sentencia judicial decidió que los derechos de autor del libro pasaban a manos del estado de Baviera.
“Tenemos que confrontarnos a ese libro, que tiene que ser desmitificado”, dijo el ministro de Finanzas de Baviera, Markus Söder, cuando anunció que el gobierno había destinado 500.000 euros a las arcas del Instituto. Pero el rigor de las decisiones políticas, en especial en el gobierno bávaro, es impredecible. Y el martes, la jefa del gabinete bávaro, Christine Haderthauer, anunció que el gobierno seguirá impidiendo la publicación del famoso libro, aun después de que expiren los derechos de autor.
La medida también afecta al ambicioso proyecto del Instituto de Historia Contemporánea, que no podrá editar el trabajo que lleva realizando desde hace varios años y en el que trabajan cinco historiadores. “Nuestra posición es que hay que detener también el proyecto del Instituto, porque no es tarea del estado difundir propaganda nazi”, añadió la jefa del gabinete bávaro.
“No hemos recibido ninguna información del gobierno bávaro y el anuncio nos sorprendió a todos”, dijo Simone Paulmichl, portavoz del Instituto, a EL PAÍS. “Aún sigue pendiente lo que pasará con los derechos de autor después del 31 de diciembre de 2015 y tampoco nadie sabe qué mecanismos legales utilizará el gobierno bávaro para impedir la venta del libro en Alemania”, añadió.
La cruzada bávara para impedir la difusión del libro escrito por Hitler en 1924 ha tenido éxito en la mayoría de los países europeos, pero los sabuesos no pueden actuar en Estados Unidos ni en Reino Unido a causa de una medida legal. Cuando el libro se convirtió en un éxito en Alemania después de la llegada al poder de Hitler, la editorial Eher vendió los derechos a sendas editoriales en los dos países. Random House, por ejemplo, que ahora es una filial del gigante alemán Bertelsmann, sigue vendiendo unos 3.000 ejemplares de Mi lucha cada año en Reino Unido.Tampoco en Israel está prohibida la difusión de Mi lucha. En Alemania, en cambio, el trabajo de los sabuesos bávaros está reforzado por el párrafo 130 del Código Penal que castiga con penas de cárcel la incitación al odio racial y prohíbe escritos que, como Mein Kampf, puedan ser utilizados como propaganda para difundir los ideales del nacionalsocialismo.
Una sentencia de la Corte Suprema germana en 1979 permitió la venta del libro en las tiendas de anticuarios. Los sabuesos bávaros tampoco saben cómo impedir la difusión del libro en Internet, donde los nostálgicos de Hitler siguen ofreciendo descargas gratuitas y en varios idiomas del volumen. En 1933, año en que Hitler llegó al poder, la difusión de Mi lucha se disparó hasta alcanzar un millón de copias. Al final de la guerra la difusión del libro en Alemania había alcanzado los 10 millones de copias.
El Pais

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