Sino la más completa, es una de
las biografías mas completa de Miguel de Unamuno, tras pasar unos 45 años sin publicarse una. Miguel
de Unamuno, el pensador más prolífico de la generación del 98,
independientemente de no reconocerse así mismo de la misma. De Unamuno se podría decir muchas cosas, pero
basta solo con dar unas hojeadas a esta grandiosa biografía escrita por el
matrimonio francés Jean-Claude Rabaté y su esposa Colette, para tocar los bordes
de la vida de este hombre que fue una constante construcción de la creación literaria
y la polémica.
"Yo, a veces, no puedo
romper la leyenda que han tejido alrededor de mí. Estoy encapullado, indefenso
en ella; y mis historias contarán mi vida como el mundo la ha visto, no como la
he vivido"
El mapeo recorrido desde sus orígenes
y su entorno familiar hasta su muerte, nos lleva a la conclusión que la oceánica
documentación para forjar esta biografía fue toda una labor titánica realizada
por los autores, solo con el fin de que Unamuno viva a través de sus palabras y
el lector extraiga sus propias conclusiones. Es una redefinición de la
personalidad intelectual donde están estrechamente ligada la vida política y
cultura en la España que siempre defendió de los trujes políticos y mercenarios
de la sociedad.
"Unamuno es un ser encerrado
en su leyenda y un ser lleno de paradojas, porque para él, las paradojas
formaban parte de la vida"
1. EN UN
PUEBLO DE LA MANCHA CUYO NOMBRE ES MADRID...
En este mes de septiembre de 1880, cuando llega Miguel a la capital para estudiar Filosofía y Letras, la dulce imagen de Concha lo acompaña; también lo habita el recuerdo doloroso de la abuela materna Benita, muerta a los sesenta y ocho años de apoplejía el 9 de febrero del mismo año. Ya añora su patria chica, pero a la vez le excita la perspectiva de descubrir la Villa y Corte y está «henchido de ilusiones» (VIII, 151).
Con todo, a primeras horas de la mañana, el contacto inicial con esta capital que le parece gigantesca -cuenta entonces con cuatrocientos mil habitantes- es penosísimo y esta primera sensación, sin duda afianzada por la angustia ante lo desconocido, «forma la base de las impresiones todas que va sucesivamente recibiendo de la corte » 2 . Al salir de la estación del Norte, sube por la cuesta de San Vicente y mientras se dirige hacia la Puerta del Sol bajo la pálida luz matutina, Madrid se le aparece como una ciudad gris, triste y sola, sucia, deprimente y trasnochadora. Para él, es como «un pobre mochuelo sorprendido por la luz del sol, una pobre mujerzuela de vuelta de un baile fangoso» y no se encuentra a gusto entre «caras extrañas, cataduras tristes, mendigos de retirada, los últimos trasnochadores y los madrugadores primeros, los detritus del vicio y de la miseria, y el trajineo de la basura».
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