El niño al que su abuelo le regaló a los 13 o 14 años Romeo y Julieta, de William Shakespeare, se ha dado cuenta ahora de que el amor emponzoñado de tragedia ha buscado la manera de hacerse visible en sus obras literarias. La última de ellas es El mundo de afuera, con la que acaba de obtener el XVII Premio Alfaguara de Novela, donde confluyen amores reales y platónicos, y que reafirma la línea literaria donde el amor ha vuelto al corazón del centro de la literatura. Así lo cuenta por teléfono desde una mañana bogotana fría pero luminosa, donde el azul del cielo se realza contra la gama de verdes de los cerros del oriente...
“El amor es un sentimiento muy poderoso que recoge y está hecho de otros sentimientos. No tiene elementos únicos. Es la suma de ellos. Tiene que ver con lo sentimental, lo social y lo cultural. Es un sentimiento que se transforma con el tiempo y por eso siempre resulta atractivo para los lectores de todas las épocas. Además, el amor pone en jaque al poder, al verdadero poder. Y eso en mí me ha despertado mucha curiosidad; esas cuestiones que van más allá de lo meramente amoroso y poético. Trato de buscar esos elementos extremos o paradójicos e incluso aquellos que hacen que por amor la gente pierda el control”.
Esa es una de las esencias temáticas y argumentales con las que Jorge Franco (Medellín, 1972) ha escrito su literatura. Aunque esta nueva novela no va solo de eso. Por eso le cambió el nombre con que nació:Aquel monstruo indomable, un fragmento de un verso del poeta colombiano Julio Flores. Y después de darle vueltas la tituló El mundo de afuera…
“Es la historia de una niña que vive en un castillo. Y de un doble amor obsesivo: el de un padre que vive de manera anacrónica y la sobreprotege, y la de un adolescente pobre que se enamora de ella que luego se convierte en bandido y asaltador de bancos y quiere rescatarla de su encierro. Hasta que secuestra al padre. Pero también es la época en que Medellín empezaba a descomponerse. Los días previos a la tragedia que vendría con la violencia y el narcotráfico. La pérdida de esa ciudad idílica de mi infancia al comienzo de los setenta y que con este hecho se fractura y empieza a cambiar todo”.
La novela es un doble viaje: a su infancia de fantasía cuando vivía junto a un castillo y una niña que había muerto allí, y a su ciudad de los recuerdos. Así, Franco salda una doble deuda...
“Lo que me dijo uno de los jurados de que era una novela que empieza en un castillo y termina a lo Tarantino es una metáfora de lo que le pasó a mi ciudad. Aunque vivo en Bogotá, hace más de veinte años, literariamente estoy ligado a Medellín. Esta novela empecé a escribirla a finales de 2011. Si El mundo de afuera es el día anterior a la tragedia, y Rosario tijeras es el día de la tragedia, la novela que estoy esbozando es el día después”.
Sin proponérselo, Jorge Franco podría crear una trilogía. O un ciclo narrativo del amor inoculado de tragedia, del amor físico y del amor por una ciudad tejida literariamente por muchas fuentes...
“Tuve suerte de que desde pequeño he estado rodeado de libros. Enid Blyton y Julio Verne fueron algunos de los primeros autores que me sedujeron. Luego vino Shakespeare con sus obras llenas de diálogos. Por eso mis novelas suelen tener muchos diálogos, creo que eso le imprime ritmo y dinamismo a la lectura. Más adelante llegaron Faulkner… Capote… Onetti, Onetti fue muy importante en algunos años, sentía en él su dominio sobre sus personajes, los ponía a caminar al borde del abismo sin tener ninguna piedad de ellos y eso le permitía tirarlos cuando quisiera. Entre los autores contemporáneos Cormac McCarthy. Sin duda, los escritores norteamericanos son una referencia para mí”.
El mundo de afuera no solo tiene influencias literarias sino también cinematográficas, así como del cuento folclórico y la crónica de sucesos. Como buen parte de la literatura colombiana...
“Siempre he visto bien a la literatura de mi país. Creo que es muy vital, es un poco por las mismas circunstancias en que vivimos, una cultura tan enfrentada a la muerte y la violencia, pero que cuando se expresa no está ligada a la muerte sino a la vida”.
El Pais
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