Autor: Christopher Morley
Traduccion: Juan Sebastian Cardenas
Editorial: Periferica
Año de publicación:1917
Año de edición :2012
Número de página:145
Genero: Ficción, Literatura, Novela, Drama, Humor, Romance, Clásico
“Cuando le vendes un libro a un hombre, no le vendes solo doce onzas de papel, tinta y pegamento, le vendes una vida completamente nueva. Amor y amistad y humor y barcos en el mar por la noche- hay todo el cielo y la tierra en un libro, un libro real quiero decir”.
“Andrew y yo éramos extraordinariamente felices en nuestra granja, hasta que él se convirtió en autor. Si hubiera podido prever todas las molestias que sus escritos nos causarían, habría quemado, desde luego, el primer manuscrito en la estufa de la cocina.” Yo diría viendo estas palabras de Helen McGill hermana de Andrew McGill, y porque no robándole las palabras a Joan-Carles Melich: Leer es inquietante.” “Leer es detenerse un instante en el flujo del tiempo y enfrentarse a algo que nos interroga y desafía,” Esa fue su mayor incertidumbre, ser llenada de las cicatrices que el tiempo presente le iba dejando tras ese desahogo de ver como su hermano se le liba escapando, se le iba desaparenciendo del todo, antes las responsabiliades de la granja. “Siempre que nos abrimos al libro estamos en «peligro de muerte». Leer es peligroso.”. Andrew era cada vez menos granjero y mas escritor.
Lo narrado en lo siguiente tiene fuerte base, según lo escrito en el libro Confesiones de un editor de Walter Hines Page en 1905, los editores se peleaban por las grandes promesas de la literatura, hablaba de la competencia desleal entre escritores y editores, entre otros punto. Y este libro escritor por Andrew McGill: Paraíso recobrado. No fue la excepción : “Andrew recibió muchas ofertas de editores y directores de revistas que querían apoderarse de su siguiente libro. Resulta casi increíble ver las bajas estratagemas que los editores están dispuestos a emplear para convencer a un autor. ” y aun más lo que dice el señor Mifflin de lo que tiene que hacer para obtener beneficio más allá de los precios que dan los editores: “Incluso los editores, los tipos que imprimen los libros, no se dan cuenta de lo que estoy haciendo por ellos. Algunos se resisten a darme crédito porque vendo los libros por lo que valen y no por los precios que ellos les ponen. Me escriben cartas sobre la política de los precios fijos y yo les respondo hablándoles de mi política del mérito fijo.”
El parnaso ambulante del señor Roger Mifflin estaba en venta, 400 dólares era lo que pedida por toda la cómoda librería que estaba ofertando al señor Andrew McGill. Pero, esta oferta quien primeramente la escuchó fue la señorita de 39 años, Helen McGill, quien le propusó otra oferta de 300 dólares, aunque sus recursos estaban para la compra de un Ford, y entre ofertas y ofertas, el señor Mifflin le ofertó a la señorita lo siguiente: “¿por qué no lo compra usted misma y se va de viaje? ¡Que se quede él ocupándose de la granja!… Le diré lo que haremos. Yo mismo la ayudaré a adaptarse a la carretera. Viaje conmigo el primer día y le mostraré cómo funciona todo.” A lo cual ella aceptó. Una mujer como ella misma dice, se empoderó de la Revolución de la feminidad que para finales del siglo XIX y principio del siglo XX estaba en auge, y que yo extrapoló con el escrito de Un inconveniente de la escritora Mary Cholmondeley, que habla de esa mujer que aspira a ser más liberal en la sociedad.
“Pero usted necesita libros que le enseñen cómo vivir, no cómo morir», ”
Tras variados acontecimientos, Helen como propietaria del parnaso, a la sombra del señor Miffli, esta iba absorbiendo la experiencia de la ventas de libros, las estrategias que utilizaba este para que las personas compraran libros. En esos caminos polvorientos que unían un pueblo con otros, se fueron orquestando situaciones, como ser robados el parnaso, el enfrenamiento con los ladrones, el alejamiento del señor Miffli, la pelea de Andrew con Miffli, el rebote del cheque de pago, todo bajo la dirección de Andrew, pero aun más, el trágico descarrile de los trenes, donde se creía que iba el señor Miffli. Este último hecho, afloró lo que en realidad había en el interior de la señora Helen, ya ella sabía que no estaba en descarrile del tren, sino que estaba preso, y todo por culpa de su hermano Andrew que lo culpó, Helen dice: “ No intentaría ocultar el hecho de que estaba enamorada. ” “¡Oh, Dios, te doy gracias por haber puesto en mi camino esta gran aventura! ¡Te doy gracias por haber salido de la tierra yerma de las solteronas, por ver la gloria de un amor más grande que mi propio ser! Te doy gracias por enseñarme que mezclar y amasar y hornear no era lo único que la vida tenía reservado para mí. Incluso si él no me ama, Señor, siempre seré suya.” Termino enamorándose y casándose con el señor Miffli.
Una interesante historia, la cual se lee rápido, donde lo divertido y lo romántico se entrecruza. Si es por la cantidad de páginas la veríamos demasiado corta, pero demasiado larga para narrar toda una historia corta.
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