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Penúltimo cuaderno

Una reivindicación de la cultura humanística, asediada y cada vez más relegada hoy en día, pero que aquí recobra un sorprendente aliento, quizá porque, como dice el propio autor, se trata «de una larga tradición que se hace novedad cada vez que unos ojos la existen».

No se deje engañar el lector por el matiz de humildad -y casi de ironía- con el que el profesor Antonio Prieto ha titulado esta antología personal de artículos, conferencias y clases porque en estas páginas, de periodos e intenciones diversas, se recoge un encomiable compendio de sabiduría humanística. Si por un lado trazan un recorrido por la memoria vital y los intereses académicos del profesor -con lucidez y erudición pasa de Boscán a La Celestina, de Lope a Moratín, de la novela histórica a la pintura renacentista-, en estos textos, leídos en conjunto, se percibe el latido de una reivindicación de la cultura -clásica, renacentista y aun contemporánea- como tradición, entendida como legado perpetuamente revisitado.

Todos los capítulos van antecedidos de sus correspondientes "Introitos", que abarcan desde una consideración "clásica" de la dama por los poetas, de Catulo a Garcilaso, atendiendo al "amor único", al ofrecimiento de inmortalidad, y al uso del nombre ficticio para la amada. Como cierto contraste a este estudio se extiende al capítulo que discurre sobre la invención de Calisto y Melibea, dentro de la historicidad y contienda de La Celestina o sobre la posible influencia de Marcel Proust en el interés de proyectarse histórico de Lope de vega en la biográfica Dorotea.

INTROITO I  
Es posible que todo artículo o capítulo, como todo libro, tenga detrás una historia en cuanto acto humano, aunque sea muy insignificante por la pobreza de su redactor. Estas páginas primeras dedicadas al profesor Antonio Fontán tuvieron su nacimiento, que no su final, en un descanso de las sesiones mantenidas en Alcañiz, en mayo de 2005, con motivo del «IV Congreso Internacional de Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico». Mencioné yo que acaso Elisa, la amada de Garcilaso, no tuviese más realidad que las amadas cantadas por elegíacos romanos, y Fontán me animó a que redactase algo sobre esta herencia, sobre el cultivado y poético amor.
     Codirigí en un pasado tiempo, junto al notable historiador José María Jover, una colección de «Historia y Humanidades» para Ensayos/Planeta, que ya habíamos inaugurado con Fiesta, comedia y tragedia de F. Rodríguez Adrados, a la que siguieron volúmenes como Introducción al latín de L. R. Palmer o Transmisión mítica de Luis Gil. Nos interesaba mucho editar un original sobre el Humanismo de Antonio Fontán.
     Teníamos de compañeros en la facultad por aquellos años a los jóvenes José Luis Moralejo y Carlos García Gual, quienes habían publicado en la revista Prohemio, de curso paralelo a Ensayos/ Planeta, unos artículos, respectivamente, sobre «El cancionero erótico de Ripoll en el marco de la lírica mediolatina» y «Sir Orfeo en la confl uencia de dos tradiciones míticas». Prohemio, revista cuatrimestral de lingüística y crítica literaria, se formaba por los años en los que también nacían la Sociedad Española de Lingüística, que me extendía el carnet de socio fundador en noviembre de 1970, y la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, que recogería su actividad en la revista 1616, aparecida en 1978, al calor del «Primer Coloquio de Literatura Comparada» (1974) que inauguró Marcel Bataillon en el Colegio Mayor Jaime del Amo.

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