Una de estas historias, que aunque resulte algo paradójico, pero tuvo su efecto de realidad durante el siglo XVI, especialmente en el 1594 se produjo en medio de una revuelta en Irlanda, quienes en esos momentos se enfrentaban al dominio Inglés. Esta insurrección era capitaneada por el patriota Hugh O’Donnell, ese mismo que a su regreso al Ulster, tuvo a cargo el liderazgo del clan O’Donnell, para mas luego converse en “El O’Donnell, Señor de Tyconnell, la actual Donegal” después que su padre abdico en su favor ese mismo año.
Para no hacer larga la historia o las galletas, en unos de esos momentos donde creemos que ya todo esta terminado, que ya no hay forma de salir del atolladero donde nos hemos metidos, viene de súbito, de manera repentina ese cambio que siempre teníamos en nuestras mentes, pero que con las avenencias del momentos, no se movía un ápice a la transformación del panorama, los irlandeses se hallaban sitiado en la fortaleza de Enniskillen, cuando de repente se apersonan los ingleses con el propósito de socorrer a sus compatriotas que se hallaban retenido en la fortaleza, pero esta presencia se hizo añico, pues la desilusión y el fracaso mermaron las intenciones de los invasores, sufriendo una dolorosa derrota.
Este encarnizado enfrentamiento entre resistencia e invasores paso a la historia con el nombre de la Batalla de las galletas. Nos preguntaríamos, le entrarían la resistencia a los invasores a bofetadas, para nada, este curioso nombre fue motivada por lo bien alimentado que estaban los ingleses, quienes iban atiborrados y pertrechados de todo tipo de galletas y pasteles, en oposición a los irlandeses. Finalizada la guerra, para pena de los ingleses, todas esta especialidades gustativas, harinas y azucares fueron abandonadas en el campo de batalla, las cuales fueron recogidas por los irlandeses y celebrando la victoria, izaron las galletas como señal de triunfo contra el enemigo. Con este propósito se le paso a llamar a la fortaleza de Enniskellin con el nombre Bel-atha-na-in-Briosgadh, es decir, Monte de las galletas
Enseñanza, por mas fuerte que sea nuestro enemigo, por mas lóbrega que sea nuestras situación, creo que hay algún momento donde, un leve minuto, una leve acción, hecha abajo las pretensiones de nuestro adversario. Algunos se apoyaran en “Dios”, otros en un amigo, otros en sustancias dañinas (no estoy de acuerdo) ,lo que le pueda deparar el minuto, pero todos recurrimos a un mismo objetivo salir del atolladero en que nos encontramos, y es ahí el momento de darle la bofetada al adversario con sus mismas herramientas.
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