Si bien es cierto, que el foco de atención es la guerra entre ángeles caídos y los ejércitos celestiales relatada en el escrito, es de establece que es una invocación a los resultados que llevaron a cabo la iniciación de esta rotura espiritual narrada así en diferente extractos bíblicos. De paso, este enfrentamiento entre los bandos de la luz y los de la sombra, no solo cobran efecto en las orbes espirituales, sino que el polvillo pintan a la humanidad. La invocación integradora que hace el autor a la musa, la cual asume el papel de Espíritu Santo, es el consuelo lirico, libertario y mediatizante al cual apela el escritor para así “Vindicar la Providencia/ Y los caminos del Señor justifican ante los hombres”
En escrito anterior, hice la advertencia, que el lector debe prestar mayor atención a la forma en que Milton toma de la mano a Satán, como personaje de mayor movilidad en todo el relato. Muchos críticos, y especialmente, religiosos, denotan la manera en que Milton presenta a Dios en su relato épico, como un ser gris, que se sumerge entre las líneas divisorias de las acciones de la crueldad. Milton no hace más que tomar el Dios asumido así en el Antiguo Testamento, como una posición maniquea que trasciende acorde a los ejemplos tratados por los hombres de Dios en cada uno de los libros. Satán, así para Milton, como para otros escritores, es un personaje que recoge una diversidad de expresiones complejas, de signos, de elementos psicológicos que hacen del personaje un foco de atención. Se nos hace difícil no seguirle, de abandonarle, de hacernos una barrera al aspecto psicológico de este personaje. El paraíso perdido, es Satán. Satán asume el hilo conductual de toda la épica, causa la expectativa por anticipado, la prodigalidad de este ofrece una expectativa vital que trasciende el horizonte de lo humano para emplazarse más allá de la materialidad.
Comentarios