El paraíso perdido es un libro que deslinda la infinitud, un libro que transita los caminos que siguieron y siguen hoy día algunos libros, como la Odisea o la Divina Comedia. Cada lectura que hacemos de este libro nos muestra al mundo como una fábrica de voluntad, como declararía Samuel Johnson: “Nadie deseo nunca que fuera más extenso. Su lectura es menos un placer que un deber. Leemos a Milton para nuestra edificación, nos retiramos abrumados y buscamos entretenimiento en otro lado. Desertamos del maestro y buscamos amigos”. No quedando atrás Harold Bloom: “deberíamos leer el Paraíso pedido como esplendorosa ciencia-ficción”
La fuerza motriz del escritor asienta al descubierto el talento claro, su imaginación, su inacabado accesorio para crear grandes obras que venga a poner en evidencia la diversidad, el carácter sublime que desbordan los limites creativos. Nos enfrentamos a un lirismo esplendoroso, donde la sensación domina nuestra atención, que sin importar las fluctuaciones que nos golpean externamente, podemos ver, rivalizar, asumir, destrozar, pero nunca dejar de abrazar la propuesta apasiona a Milton.
El poema genera desde un principio, la amplitud implícita de su elocuencia, rica en imagines. Esta paridad magnifica la intima a validar la lógica y entusiasmo con el cual se predispone el autor. Es un heredero de una edad poética, precursor de una edad austera, es capaz de abrazar una causa que quiebre lo tradicional, y es lo que logra con el lector que no pueda menos que recaer sobre objetivo cargado de valor simbólico y relacionados con un eje común, que es su pórtico a la épica.
" La potestad suprema le arrojó de cabeza, envuelto en llamas, desde la bóveda etérea, repugnante y ardiendo, cayó en el abismo sin fondo de la perdición, para permanecer allí cargado de cadenas de diamante, en el fuego que castiga; él, que había osado desafiar las armas del todopoderoso, permaneció tendido y revolcándose en el abismo ardiente, juntamente con su banda infernal, nueve veces el espacio de tiempo que miden el día y la noche entre los mortales, conservando, empero, su inmortalidad. Su sentencia, sin embargo, le tenía reservado mayor despecho, porque el doble pensamiento de la felicidad perdida y de un dolor perpetuo le atormentaba sin tregua. Pasea en torno suyo sus ojos funestos, en que se pintan la consternación y un inmenso dolor, juntamente con su arraigado orgullo y su odio inquebrantable. De una sola ojeada y atravesando con su mirada un espacio tan lejano como es dado a la penetración de los ángeles, vio aquel lugar triste, devastado y sombrío; aquel antro horrible y cercado, que ardía por todos lados como un gran horno. Aquellas llamas no despedían luz alguna; pero las tinieblas visibles servían tan sólo para descubrir cuadros de horror, regiones de pesares, oscuridad dolorosa, en donde la paz y el reposo no pueden habitar jamás, en donde no penetra ni aun la esperanza. "
El resto está en tus manos, muestra tu guapeza, cobarde y léela.
Hasta la vista baby
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