En un acto multitudinario, conducido por la periodista Julia Otero,
Matute ha comentado que "la corrección política ha matado a los cuentos
infantiles".
Ha sido entonces cuando ha señalado: "desde el principio, supe que
Caperucita era idiota y también los niños tienen que saber que hay niñas
idiotas".
"En el fondo, -ha añadido- todos hemos podido o nos hemos acostado
con el lobo, pero nunca le hemos confundido con nuestra abuela".
A lo largo de 2013, Destino publicará los nueve cuentos infantiles de
la autora con los que han crecido generaciones de lectores durante más
de 50 años.
La presente edición, que se inicia con "Sólo un pie descalzo" y "El
saltamontes verde", puede ser considerada definitiva pues los textos han
sido revisados por ella misma y con nuevas ilustraciones de Albert
Asensio, que, en palabras de la editora, Silvia Sesé, "ha tenido que
pasar el duro 'cásting' de Matute".
En septiembre, Destino publicará "Paulina" y "Caballito loco"; en
octubre, "El país de la pizarra", "El aprendiz" y "El polizón de
Ulises"; y antes de acabar el año "El verdadero final de la Bella
Durmiente" y "Carnavalito".
Admite que habitualmente se asimila la palabra cuento al lector
infantil, pero Matute atribuye este equívoco a que "el español no leía
habitualmente y el único contacto que tenía era con los cuentos que les
contaban las viejas y por eso la palabra 'cuento' llevó consigo el
aditivo de infancia, de ignorancia, de inocencia".
Detrás de su apariencia frágil y venerable y su voz dulce, se esconde
una autora dura, porque como ella misma dice, "que estén destinados a
los niños no quiere decir que los cuentos tengan que ser blandos. Los
niños tienen que saber desde el principio que la vida hay que
ganársela".
Los protagonistas de estos dos primeros cuentos, el niño mudo Yungo, y
Gabriela, la niña que siempre perdía un zapato, son niños a los que les
falta algo y eso, comenta la editora, los aleja de la realidad.
"Una de las aportaciones vitales de los cuentos de Matute es la
revelación de que esas carencias, cuando se viven de manera singular,
dejan de ser una desventaja y se convierten en oportunidad", repone
Sesé.
Matute, que rara vez relee su obra, se da por satisfecha con haber hecho feliz a alguno de sus lectores.
Dulce, pero también socarrona, ha comenzado el acto pidiendo a Julia Otero que la tuteara: "El trato de usted me envejece".
La escritora barcelonesa se ha referido también a la hipocresía, algo
que no debe ser tan malo, porque "sin ella, seríamos entonces unos
maleducados espantosos".
Se ha mostrado de acuerdo con las palabras que recientemente le
dedicaba el director de la Real Academia, José Manuel Blecua, que decía
que Matute pasaría a la historia por su aportación a los cuentos. "Me
encuentro muy a gusto escribiendo cuentos, pues no hay mejor manera de
decir tanto sin molestar mucho al lector".
Ha tenido palabras de reconocimiento a su amigo José Luis Sampedro, muerto en Madrid hace dos días a los 96 años.
Cuando Otero le ha recordado que la muerte de Sampedro fue una
lección -se produjo después de tomarse un granizado de Campari-, ella ha
repuesto: "A mí me pasará, pero con un gintonic".
Al hilo de la muerte de Sampedro, Matute se ha referido a esa
circunstancia "anormal" de la vida, la muerte: "Ser viejo no está tan
mal, pero lo peor es que te quedas sin la gente de tu mundo, no sólo los
familiares, sino también los amigos, que los escoges tú; y editores,
periodistas y escritores, todos los que han formado tu mundo, han
desaparecido".
"Aún me queda Caballero Bonald y alguno más", añadió con resignación.
Tras la muerte, la conversación ha llevado a Matute a referirse al
más allá y ella misma ha recordado que fue educada en la religión
católica, hasta que en su juventud se hizo atea y ahora ha vuelto "a ser
creyente, pero no practicante".
Cree en algo posterior a la vida: "un sitio donde irán mis
pensamientos, mis sensaciones, algo que las religiones llaman cielo o
reencarnación". Pero sí es seguro que no cree en el Vaticano.
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